Ramadán, mes de hambre, banquetes y colesterol
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El mes de ayuno de Ramadán es, paradójicamente, el mes de las grandes comilonas, pues en él se triplica el consumo de alimentos y se disparan los índices de colesterol e hipertensión.
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En Egipto, el consumo de alimentos en este mes -que comenzó el pasado día 13 y durará hasta el 12 de octubre- llega a alrededor de 44.000 millones de libras egipcias (7.835 millones de dólares), casi tres veces más que en un mes normal, según un estudio de la Facultad de Economía y Ciencias Políticas publicado el año pasado.
En Ramadán, los adultos obligados a abstenerse de comer, beber, fumar y practicar el sexo en las horas diurnas, se entregan con desenfreno a estas actividades -al menos a las tres primeras- en cuanto se pone el sol.
"Si se practicara como lo indica la religión, es una buena oportunidad para bajar de peso, pero lo que sucede es lo contrario, ya que la gente se atiborra de alimentos ricos en calorías y grasas que tienen poco valor nutritivo", dijo a Efe Mustafa Sari, uno de los más prestigiosos especialistas egipcios en el tratamiento de la obesidad.
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Y es que el ayuno diario se rompe con una tímida ingesta de dátiles y jugo de albaricoque, pero luego se pasa a un verdadero banquete, especialmente teniendo en cuenta que es el mes por excelencia de reuniones familiares y de invitaciones.
Luego llega la sopa de carne con fideos, carne guisada, vegetales rellenos de arroz y picadillo, macarrones con bechamel, milhojas de manteca con carne molida y especiada, más pollo frito.
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Si todo esto puede parecer mucho, aún faltan los dulces, imprescindibles en Ramadán: pastelitos de harina y manteca, con canela y frutos secos, algunos fritos en aceite, y los famosos "kahk", bolitas de masa con grasa espolvoreada con azúcar de repostería y rellenos de miel.
En casa de los pobres no hay tanta alegría: su "iftar" (ruptura del ayuno) rara vez incluye carne, como es el caso de Sharif Abu Jaled, que trabaja como portero de un edificio del barrio cairota de Faisal.
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"El primer día de Ramadán, rompimos el ayuno con medio kilo de carne de camello, que es más barata que las otras; el resto del mes nuestro iftar ha sido el "ful" (habas cocidas) con un poco de queso blanco y rábanos o berros"; y el "ordehi" (puchero preparado sin carne), declaró el portero con resignación.
Sin embargo, los dulces, aunque sean sin frutos secos, tampoco faltan en casa de los pobres.
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Como la mayoría de la gastronomía y repostería egipcias está hecha a base de "samna" o manteca de vaca, los médicos pasan el mes aconsejando a la gente que coman con moderación para no tener sustos con el colesterol.
Según un estudio difundido el año pasado por el Instituto de Investigaciones de Tecnología en Nutrición, un 35,5% de las mujeres y un 11,7% de los hombres padecen obesidad.
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Asimismo, la hipertensión afecta al 26 por ciento de la población egipcia, promedio que sube a un 40 por ciento entre los habitantes de El Cairo.
"El ayuno correcto en Ramadán ayuda a mejorar las funciones vitales del organismo, reactiva la inmunidad y hace bajar de peso, pero la conducta de la gente no tiene nada que ver con lo que prescribe el Islam para ese mes", advierte el doctor Sari.
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Sin embargo, un buen Ramadán no sería lo mismo sin la carne ni los dulces. Porque, tras un día de privaciones, ¿quién se resiste a esos suculentos pastelitos desbordantes de miel?