Rajoy gira hacia Cuba
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Ni José María Aznar ni Esperanza Aguirre, las voces más duras contra el Gobierno de Cuba, han conseguido que el Gobierno de Mariano Rajoy interrumpa su estrategia de acercamiento a la Isla y que podría visualizarse antes de Navidad si se concreta el viaje a La Habana del ministro de Asuntos Exteriores del que informó Europa Press hace dos días y que incluiría una entrevista de José Manuel García-Margallo con el presidente cubano, Raúl Castro. El Partido Popular, además, ya ha manifestado su apoyo al viaje de Margallo porque es compatible con su exigencia de avances democráticos al Gobierno cubano.
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La visita del jefe de la Diplomacia española a Cuba, sin embargo, no es más que la guinda de una cuidada estrategia del Gobierno para restablecer las relaciones con la Isla, muy tocadas tras la etapa del oposición del PP durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Entonces, el hoy jefe de Gabinete de Mariano Rajoy, Jorge Moragas -en 2009 responsable de Relaciones Internacionales del PP-, llegó a espetar al ministro Miguel Ángel Moratinos que debía elegir entre "un acuerdo de Estado con el Partido Popular sobre la Presidencia española de la UE o sus relaciones bilaterales con la dictadura cubana".
Margallo podría entrevistarse en La Habana con el presidente cubano, Raúl CastroSin embargo, en julio de 2012, el accidente del dirigente de Nueva Generaciones del PP, Ángel Carromero, en Cuba destapó las que iban a ser las directrices de Rajoy para con la Isla. El propio Carromero reconoció, en una entrevista a Público, esa estrategia de "realpolitik" del Ejecutivo y que le impidió, incluso, ser recibido por Margallo. Entonces, de nada sirvieron las palabras muy duras de Esperanza Aguirre, presidenta del PP de Madrid y jefa directa de Carromero -al que respaldó públicamente, como la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal-, pidiendo a Rajoy que se contara la "verdad" sobre el accidente de Carromero, que no era tal según Aguirre, sino un asesinato encubierto del Gobierno de Raúl Castro a los líderes de la disidencia Oswaldo Payá y Harold Cepero, fallecidos en el coche de Carromero.
Rajoy, sin embargo, dio por zanjado el asunto con el juicio de Carromero en Cuba en octubre de 2012, que condenó al secretario general de Nuevas Generaciones del PP de Madrid a cuatro años por homicidio imprudente, aunque el Gobierno logró traerlo a España para que cumpliese aquí la condena. Desde entonces y poco a poco, con bastante discreción y a pesar de las críticas internas, Madrid y La Habana han ido desplegando gestos que evidencian el giro de los conservadores hacia Cuba. En junio, por ejemplo, Margallo recibió al viceministro de Exteriores cubano, Marcelino Medina, en Madrid y, aunque no se puede confirmar porque el voto era secreto -si bien todas las partes lo garantizan-, Cuba respaldó a España para que esta semana obtuviera un asiento temporal en el Consejo de Seguridad de la ONU.
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Ya antes, en el Congreso de los Diputados se aprobó en febrero pasado una proposición no de ley que contó con el apoyo del PP, PSOE, UPN, UPyD y CiU y en la que se saludaba el proceso de negociaciones con Cuba iniciado por la UE. El Parlamento español -que los conservadores ocupan mayoritariamente- se ofrecía a participar, si Bruselas lo requería, en el desarrollo de esas conversaciones. El acuerdo europeo negociado con La Habana busca normalizar las relaciones bilaterales y alentar reformas democráticas en la isla, pero reemplazando la Posición Común que la UE adoptó en 1996, a instancias del Gobierno Aznar y que Castro rechaza de plano.
Margallo no será, sin embargo, el primer miembro del Gobierno Rajoy que viaje oficialmente a Cuba, pues el secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz, participará en la primera semana de noviembre en la Feria Internacional de La Habana, donde se dan cita medio centenar de empresas españolas.