La quiebra de Lehman Brothers desata la peor jornada bursátil desde el 11-S
Publicidad
La quiebra de Lehman Brothers, otrora el cuarto mayor banco de inversión en Estados Unidos, desató la peor jornada bursátil en los mercados financieros desde los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Publicidad
El Dow Jones de Industriales bajó el 4,42 por ciento, el mayor descenso desde el registrado el 17 de septiembre de 2001, la sesión en la que se reanudó la actividad tras los atentados del 11-S contra las Torres Gemelas de Nueva York, que se encontraban en pleno distrito financiero de Manhattan y muy cerca de la Bolsa de Nueva York.
Aquel día y como era de prever, el Dow Jones, el principal índice la plaza financiera más importante del mundo, cayó 684,81 puntos, lo que supuso un descenso del 7,13 por ciento respecto a la sesión anterior, que fue la del 10 de septiembre de 2001.
Aunque el descenso de ayer en Wall Street no fue tan fuerte, sí se trata del más pronunciado desde entonces, ya que hace siete años que no se veía una bajada de más de 500 puntos en el principal indicador de Nueva York.
Publicidad
Previamente, Asia había despertado con festivo en muchos países, pero también con descensos bursátiles en el resto, a lo que siguió Europa y sus caídas del 4,5% en Madrid, del 2,74% en Fráncfort, del 3,66% en Milán, del 3,83% en Zúrich y del 3,75% en París.
América Latina tampoco se salvó y registró descensos del 3,79% en México, del 7,59% en Sao Paulo, del 5,18% en Buenos Aires y del 2,42% en Lima.
Publicidad
El detonante fue el anuncio por parte de Lehman Brothers de que se acogería a la legislación estadounidense de protección por bancarrota, al no encontrar a nadie dispuesto a comprar o invertir en el banco de inversión.
La crisis crediticia que afecta desde hace más de un año a los mercados financieros se ha cebado con el banco de inversión que, como la inmensa mayoría de sus competidores, había invertido en exceso en complejos y desregulados instrumentos financieros que tienen deuda hipotecaria como colateral.
Publicidad
La sobreabundancia de ese tipo de deuda en el momento del estallido de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, entre otros países, hizo que nadie se fiara de esos pagarés, lo que anuló su valor y forzó a que las empresas de servicios financieros ajustaran sus libros contables para incluir en ellos esa pérdida de valor.
Las amortizaciones fueron en muchos casos multimillonarias y, junto a otros problemas financieros, terminaron desencadenando el colapso de grandes firmas del sector.
Publicidad
El más reciente ha sido el de Lehman Brothers, cuya cotización daba el lunes sus últimos coletazos, al cambiarse entre 15 y 34 centavos de dólar, frente a los 59,5 dólares que valían hace un año.
Aunque ese fue el desencadenante de las caídas, las bolsas acumulan muchas jornadas de peculiar volatilidad debido al nerviosismo de los inversores ante los efectos de la crisis crediticia, el estallido de la burbuja inmobiliaria, los altos precios de los carburantes y alimentos y la ralentización generalizada de la economía.
Publicidad
Además, los inversores amanecieron con la noticia de la venta de Merrill Lynch a Bank of America por unos 50.000 millones de dólares, con el ánimo de blindar al banco de inversión ante un posible derrumbe como el de Lehman.
Otro motivo de preocupación fue AIG, la que fuera la mayor aseguradora del mundo y que se encuentra también muy entrampada con avales a bonos hipotecarios con alto índice de morosidad, hasta el punto de que ha pedido 40.000 millones de dólares a la Reserva Federal.
Publicidad
Los títulos de AIG fueron los que más descendieron en el Dow Jones, ya que bajaron un 60,79% para cerrar a 4,76 dólares, al tiempo que los de Bank of America perdieron un 21,31% y acabaron a 26,55 dólares.
Los analistas consideran que Bank of America ha pagado demasiado por Merrill Lynch, pues el precio de compra supone una prima del 70% respecto al valor del cierre del viernes.
Publicidad
De poco sirvieron los mensajes de calma que lanzaron desde Washington el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y el secretario del Tesoro, Henry Paulson, ya que las pérdidas entre las empresas financieras fueron extraordinarias.