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El presidente moldavo acusa a la oposición de promover un golpe de Estado

En un mensaje en televisión llamó "fascistas" a los manifestantes que se enfrentaron a la policía

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El presidente y líder comunista moldavo, Vladímir Voronin, acusó a la oposición de intentar cometer un golpe de Estado al organizar los violentos desordenes masivos que se registraron hoy en la capital del país, Chisinau.

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En un mensaje televisivo a la nación Voronin llamó "fascistas" a los manifestantes que se enfrentaron a la policía y saquearon la sede del Parlamento y la residencia presidencial, y aseguró que las autoridades "defenderán con dureza la soberanía del Estado moldavo".

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Los líderes de los tres partidos opositores que rechazan la victoria comunista en las elecciones parlamentarias del pasado domingo han puesto en marcha "un golpe anticonstitucional en la república", manifestó Voronin.

Agregó que la oposición, al rechazar los resultados preliminares de los comicios, cuya limpieza fue confirmada por los observadores internacionales, "ha emprendido el camino de la usurpación del poder", según la agencia rusa RIA-Nóvosti.

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El presidente afirmó que "los instrumentos democráticos no sirven en una situación del golpe de Estado" y que "las autoridades defenderán el país y la elección democrática de su pueblo de los participantes en los pogromos".

Decenas de personas han resultado heridas en Chisinau en los choques entre la policía y los manifestantes, que denunciaban fraude en los comicios, oficialmente ganados por el gobernante Partido de los Comunistas, y exigían la reunificación de Moldavia con Rumanía.

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Miles de manifestantes, en su mayoría jóvenes, tomaron por asalto y saquearon la sede del Parlamento y la residencia presidencial, pese a que la policía empleó contra ellos carros lanza-agua y gases lacrimógenos.

La televisión moldava informó también de la muerte de una muchacha, al perecer asfixiada con humo durante el incendio desatado en el Parlamento. "Abajo el comunismo", "Antes muerto, que comunista", "Queremos estar en Europa", "Somos rumanos" eran algunos de los lemas que corearon los manifestantes en Chisinau.

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Durante el martes, Voronin reunió a un grupo de embajadores extranjeros para "pedir que las estructuras occidentales se sumen al arreglo" en Moldavia, habló por teléfono con el líder ruso, Dmitri Medvédev, y llamó para consultas a la embajadora moldava en Rumanía, Lidia Gutu.

En Bruselas, el jefe de la diplomacia de la UE, Javier Solana, expresó su "preocupación" por los disturbios desatados en Chisinau y pidió que cesen los ataques a edificios gubernamentales.

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Solana recordó que los observadores internacionales opinaron que los comicios moldavos cumplieron muchos estándares internacionales, aunque pidieron más mejoras para garantizar un proceso electoral "libre de indebidas interferencias administrativas".

Mientras, los lideres de las formaciones opositoras -Vlad Filat, del Partido Democrático Liberal; Dorin Chirtoaca, del Partido Liberal y alcalde de Chisinau, y Serafim Urechian, de la alianza Nuestra Moldavia-, comparecieron en una rueda de prensa para distanciarse de los desordenes y pogromos.

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"La acción de protesta surgió de forma espontánea. Es resultado de las arbitrariedades y violaciones de los derechos humanos cometidos durante los ocho años del poder comunista", dijo Filat, según la agencia rusa Interfax.

El político opositor instó a los manifestantes a "renunciar a la violencia", pero insistió en la demanda de realizar un nuevo recuento de los votos. El alcalde de Chisinau declaró asimismo que "la tarea principal es frenar la violencia callejera", pero en sus demandas políticas fue más lejos y exigió la celebración de nuevos comicios.

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"La oposición no ha organizado estas protestas, solo procuramos conseguir que no se vuelvan descontroladas", añadió Urechian.

Las protestas comenzaron el lunes después de que se anunciara que el gobernante Partido de los Comunistas de Moldavia obtuvo el 50% de los votos en las elecciones, equivalente a 61 de los 101 escaños parlamentarios.

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Las tres formaciones opositoras recibieron juntas el 35% de los votos, equivalentes a sólo 40 escaños. De esta forma, los comunistas mantienen el control de la Cámara, lo que les permite formar el Gobierno y elegir al presidente del país, que en Moldavia es prerrogativa del Legislativo.

Moldavia, que tiene 4,1 millones de habitantes, mientras otros 600.000 se ganan la vida en otros países, formó parte de Rumanía hasta 1940, fue ocupada por la URSS en la Segunda Guerra Mundial y recuperó la independencia tras la caída del imperio comunista en 1991.

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El caos económico y la extrema pobreza -Moldavia es considerada por el Banco Mundial el Estado más pobre de Europa-, hicieron que los moldavos votaran en 2001 a los comunistas, que retornaron así al poder con la promesa de conducir al país a la Unión Europea (UE).

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