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El plan secreto de la CIA incluía cometer asesinatos

Con el programa que Cheney ordenó ocultar al Congreso, se pretendía eliminar a los principales líderes de Al Qaeda. Obama estudia investigar una matanza de prisioneros talibanes en 2001

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El programa secreto de la CIA, que el ex vicepresidente Dick Cheney ocultó al Congreso durante los dos mandatos republicanos, incluía planes para capturar y/o asesinar a los principales líderes de Al Qaeda, reveló ayer The WallStreet Journal. La agencia de espionaje ideó el proyecto, presuntamente por orden de George Bush, cuando Washing-ton temía nuevos ataques en territorio estadounidense tras los atentados del 11-S.

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El nuevo director de la CIA, Leon Panetta, informó del programa secreto a los congresistas hace algo menos de un mes para decirles que habían sido mantenidos al margen por orden directa de Cheney. El propio Panetta dio orden de acabar con el plan que, según los testimonios de fuentes gubernamentales anónimas a varios diarios, nunca llegó a ser del todo operativo.

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Se conocen pocos detalles del programa secreto, excepto los publicados ayer por el Journal. En 2001, la Agencia tanteó varias ideas para acabar con líderes de la nebulosa islamista responsable de los atentados. Ideas que "siguieron barajándose" hasta este año, aseguró una de las fuentes del diario. El programa, que nadie se atrevió a terminar, estuvo flotando por las reuniones de la CIA hasta que Panetta lo canceló definitivamente hace unos meses.

Desde los años setenta y por orden del presidente Gerald Ford, la Agencia ya no se dedicaba a este tipo de asesinatos. El plan impulsado suponía volver a una era más oscura de la CIA y copiar las ejecuciones llevadas a cabo por el Mosad, el servicio secreto israelí, contra líderes palestinos, antes de que se iniciaran las negociaciones de paz en 1993.

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Algo así como las represalias de los comandos israelíes tras los atentados de los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972. "Era como en las películas", aseguró otra fuente al Journal hablando de los planes de la CIA. "La consigna era matarlos a todos".

Durante el fin de semana, los congresistas demócratas que finalmente se enteraron del programa por Panetta pidieron abrir una investigación para depurar responsabilidades. Si bien el director de la CIA afirmó que Cheney hizo lo posible por mantener los planes en secreto, se desconoce quién dio la orden de ponerlo en marcha. El responsable de la Agencia por aquel entonces, George Tenet, no ha hecho comentario alguno.

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Las nuevas revelaciones se suman al pulso que la CIA y el Congreso mantienen desde que se desclasificaran los polémicos informes sobre los interrogatorios llevados a cabo por la agencia contra sospechosos de terrorismo, en los que se practicaban torturas.

Por mucho que se empeñe en mirar hacia delante, el presidente Barack Obama no tiene más remedio que lidiar con las etapas más tétricas de su antecesor en el puesto. Obama se opone a nombrar una comisión de la verdad sobre el uso de la tortura, aunque el fiscal general (ministro de Justicia) Eric Holder contempla abrir una investigación.

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En otoño deben conocerse los resultados de sendas investigaciones, del Departamento de Justicia y de la CIA, sobre el trato que recibieron los prisioneros de Al Qaeda. Pero no es sólo la CIA.

En declaraciones a la CNN, Obama anunció que está considerando investigar la matanza de más de un millar de prisioneros de guerra talibanes, ocurrida en Afganistán en otoño de 2001, que la Administración de Bush no quiso indagar. "Los indicios que tengo indican que este asunto no se investigó adecuadamente", dijo Obama, "así que he pedido a mi equipo de Seguridad Nacional que lo averigüe para tomar una decisión".

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Se trata de la masacre de presos talibanes por parte de uno de los jefes tribales uzbekos, el general Abdul Rashid Dostum, que no sólo era amigo de la Alianza sino que también trabajaba para la CIA. En noviembre de 2001, tras la caída del régimen talibán, Dostum hacinó a los prisioneros en contenedores de metal y dejó que se asfixiaran en el desierto, relataron testigos y supervivientes a The New York Times y a Newsweek en 2002.

Bush frenó los intentos de investigación porque Dostum asumió la jefatura del Estado Mayor en el Gobierno de Hamid Karzai. Después, los cadáveres fueron exhumados para destruir las pruebas.

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Obama no habría decidido revisar este episodio si no fuera porque Dostum (que pasó este último año exiliado en Turquía, tras amenazar con una pistola a un rival político) recuperó su antiguo puesto el mes pasado, algo que ahora Washington considera inaceptable.

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