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De la pirotecnia al arco y las flechas

Los ayuntamientos controlan las plagas de animales con técnicas adaptadas a las especies o inspiradas en tradiciones populares

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La semana pasada, los cazadores empezaron a cazar jabalíes en el parque barcelonés de Collserola con arcos y flechas. El objetivo: reducir la colonia en las zonas urbanas cercanas, a las que llegan en busca del alimento. No hay datos sobre cuántas capturas se realizaron, pero la Generalitat las prohibió de inmediato por la alarma social que provocó y las protestas de los ecologistas entienden que esta caza produce una muerte lenta y agónica del animal. Las capturas se realizan ahora con trampas.

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La conselleria d' Agricultura de Catalunya, antes de prohibir la medida del arco y las flechas, la había justificado argumentando que la caza deportiva era "insuficiente" y que los cuerpos de seguridad no tenían suficientes recursos. Pese a los esfuerzos de educar a la población para que no les dé alimento, los avistamientos se multiplicaron por cinco en 2010, al pasar, de los 109 de 2009, a 540.

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Barcelona tiene el mayor censo de palomas urbanas: 256.000 ejemplares

La presencia de animales silvestres y la falta de previsión de plagas en las ciudades desata la polémica en cuanto los vecinos se sienten incómodos. Las palomas son el ejemplo más llamativo, especialmente en Barcelona, donde la colonia es de 256.000 ejemplares (Madrid tiene 70.000 y Valencia 27.000). Pero el control de plagas también afecta a gaviotas, ratas o cucarachas. Cada municipio desplega métodos según su geografía, sus tradiciones o la imaginación de sus gestores ambientales.

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Madrid y Valencia capturaron el año pasado 13.000 aves silvestres

Los jabalíes no son los únicos animales con los que tiene que lidiar la Agencia de Salud Pública de Barcelona. Las palomas y las ratas, mucho más peligrosas, también forman parte del paisaje. El gobierno municipal explicó en comisión que la mejor manera de controlar la población de palomas era la "caza masiva y el exterminio" porque el resto de métodos no habían funcionado. Barcelona ya había experimentado con ultrasonidos, anticonceptivos y palomares, según la concejalía de Medio Ambiente.

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En Valencia, la técnica elegida para reducir la población de aves es la misma que se usa para celebrar las bodas o festejar las Fallas: la pirotecnia. Los técnicos hacen estallar tracas en parques y jardines donde se acumulan los estorninos, un ave migratoria que vive en la ciudad entre octubre y marzo.

Estos pájaros "guardan memoria del ruido y no vuelven al lugar", explica José Márquez, jefe de servicio de Sanidad en el Ayuntamiento. Con esta técnica, "heredada del saber popular", se ha reducido la población del millón y medio de 1991 hasta los 100.000.

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Con las palomas (se capturaron 8.237, en 2010), el objetivo del Ayuntamiento es expulsarlas de los lugares donde molestan a los vecinos o estropean el patrimonio arquitectónico. Para ello, se han instalado ocho palomares ecológicos, donde las aves disponen de comida de calidad y están sometidas a control sanitario.

Otra de las aves protagonistas del cielo valenciano son las gaviotas. Su presencia supone un gran problema de abril a junio (es la época de cría y las aves son más agresivas y territoriales, y cada nido es defendido por toda la comunidad). La solución es llevarse a los polluelos de los nidos, de forma que las gaviotas ya no tengan nada que defender y cesen su actitud agresiva.

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Entre las especies exóticas invasoras está la cotorrita gris, que llegó como animal de compañía, pero pronto comenzó a reproducirse en los árboles y a construir nidos de hasta 200 kilos de peso, informa Belén Toledo.

El Ayuntamiento de Madrid asegura que el año pasado no se registró ninguna plaga en la ciudad y que se capturaron 5.000 palomas para controlar la población. Parte la enviaron a la universidad para realizar estudios. El resto, lo soltaron en áreas rurales a 300 kilómetros de la ciudad.

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Desde el área de control municipal de plagas, se destaca la importancia de la prevención: "Aparecen porque hay factores que lo favorecen, como la acumulación de basura, vecinos que les dan de comer...". Una ordenanza municipal prohibe desde hace años nutrir a los animales en la vía pública.

Otros dos animales problemáticos son las ratas y las cucarachas, de las que es "imposible" realizar un censo, según el Ayuntamiento. Para evitar desbordamientos, en la capital se realizaron 300.000 registros de alcantarillas en 2010. En estos, además del chequeo, se colocaron miles de cebos para matar a los animales.

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Sevilla comenzó hace unas semanas el control sobre la superpoblación de palomas. En una primera batida, que por primera vez se ha realizado con un lanzamiento de red en lugar de jaulas, se capturaron 150 ejemplares, según la delegada de Salud y Consumo, Teresa Florido.

Estos animales serán repartidos por diferentes puntos, como pueblos o el aeropuerto de la ciudad. Las que están enfermas serán sacrificadas, explica Florido. El consistorio sevillano está preparando una ordenanza municipal para multar con 500 euros a las personas que echen de comer a los animales en la vía pública. En la ciudad hay localizados siete puntos negros de superpoblación de palomas, según Florido, que, además de causar daños en edificios y monumentos, "podría acarrear problemas para la salud y aparición de otras plagas, como chinches y ácaros", informa Francisco Artacho.

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