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Papá Noel adelanta su llegada para visitar a niños de la cárcel de Aranjuez

EFE

Más de 50 niños a la carrera cargados de regalos, un Papá Noel que reparte caramelos y villancicos que se repiten sin piedad conformarían una escena habitual en fechas navideñas de no ser porque en esta ocasión tiene lugar en el centro penitenciario Madrid VI, único hogar que conocen los pequeños.

Esta cárcel, situada en el término municipal de Aranjuez, es la única en el mundo que acoge entre muros, alambre de espino y 12 módulos ordinarios (algunos de alta seguridad) uno dedicado a familias, donde el padre y la madre están presos y conviven en celdas especiales con sus niños, hasta que los pequeños cumplen tres años.

Por eso Jesús, un colombiano de 33 años que acaba de ser padre por tercera vez y fue condenado por tráfico de drogas cuando trataba de traer a su segundo hijo a España, describe la "celda" en la que vive con su mujer, Alejandra, y el bebé, Arancha, como su "pequeño apartamento", que "es casi casi como estar en libertad".

Cada estancia ocupa 20 metros cuadrados, dispone de una cama "enorme" de matrimonio, su propio baño, una zona para las cunas que necesite la pareja y está decorada al gusto de la familia.

Los 54 niños que viven en Madrid VI, ya sea en el módulo familiar (F2) o en el de madres (F1) van a la guardería, reciben regalos, van de excursión, practican actividades y cuentan con todo un "ejército de profesionales" pendientes de que sean "los más felices y los mejor cuidados", explica la directora general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo.

El jesuita Jaime Garralda, fundador entusiasta de la ONG Fundación Padre Garralda-Horizontes Abiertos, sabe que, a pesar de que los pequeños están bien atendidos, "al fin y al cabo viven presos en una cárcel sin tener culpa del delito de sus padres" y está empeñado en que "tengan el mismo derecho a disfrutar de la infancia que el resto de los niños del mundo".

Por eso se sube al escenario junto a Papá Noel a cantar villancicos, por eso les cuenta cuentos, por eso todas las madres presas le aprecian y le conocen y permiten que coja a los bebés en brazos y por eso los voluntarios de su ONG llevan 30 años sacando críos de todas las cárceles de España los fines de semana, para que vayan al campo, al zoo o la cabalgata de Reyes.

"Cuando empecé a trabajar en Yeserías (antigua cárcel de mujeres de Madrid) en los setenta, los niños permanecían con sus madres hasta los 6 años, por lo que cuando salían a la calle tenían la impresión de haber cumplido condena; cuando les intentabas acariciar se apartaban pensando que les ibas a pegar", cuenta el padre Garralda.

Papá Noel nunca hubiese llegado al centro de Aranjuez si, junto al jesuita, Mercedes Gallizo no hubiera fijado, hace años, el objetivo de que "no haya ningún niño en las cárceles españolas".

Por ello, su departamento trabaja para que pronto empiecen a funcionar las "Unidades de Madres" (la de Palma de Mallorca ya está construida), unas cárceles diseñadas para presas con hijos que tratan de reducir al máximo el impacto de la pena en los menores "para protegerles, para que esto no les haga daño", destaca Gallizo, a quien Garralda apoda como "el hada que hizo posible el milagro".

La Navidad es especialmente nostálgica en la cárcel, como cuentan Ramona y Manuel, un matrimonio gitano que comparte la "celda" con su revoltosa hija Marina, de dos años, y que, aunque tiene pensado "hacer una cenita especial con los compañeros presos en Nochebuena", echan mucho de menos a sus hijos mayores y a su familia, "como buenos gitanos que somos".

Aún les queda "una pila de años de condena" por cumplir, comenta entre sonrisas Manuel, pero lo llevan con "alegría gracias al buen trato que nos dan los funcionarios".

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