El Papa abraza la fe ecologista
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Joseph Ratzinger se ha hecho ecologista. El teólogo que desde hace años se muestra implacable con los dioses ajenos pareció abrazar ayer la ortodoxia verde. Muchas de las cosas que el Papa dijo de viva voz o escribió en su mensaje difundido con motivo de la 43 Jornada Mundial de la Paz podrían ser perfectamente suscritas por las organizaciones ecologistas más exigentes o los colectivos anticapitalistas más radicales. Tanto durante la misa de Año Nuevo como en su alocución tras el ángelus ante las 60.000 personas que abarrotaban la plaza de San Pedro, Benedicto XVI dijo que se necesita “un cambio efectivo de mentalidad que induzca a todos a adoptar un nuevo estilo de vida”.
El Pontífice exhortó a la cristiandad católica a usar con prudencia los recursos naturales, de cuyo cuidado son responsables “los particulares y las administraciones”, a quienes incumbe la tarea de “hacer un poco mejor nuestra casa común, que es el mundo”.
La alocución papal era un resumen de los contenidos desarrollados con más detalle en el mensaje anual con ocasión de la Jornada Mundial de la Paz. Aunque adelantado hace dos semanas a la prensa internacional acreditada en el Vaticano, el mensaje, como cada 1 de enero desde hace 43 años, fue oficialmente difundido ayer por Roma.
No era la primera vez que el Papa mostraba su preocupación por el medio ambiente, pero sí la primera en que un documento oficial salido de su puño y letra era dedicado monográficamente a promover “la conciencia ecológica”, alertar contra “el abuso que se hace de la tierra y de los bienes naturales”, proponer “una revisión profunda y con visión de futuro del modelo de desarrollo” o exhortar a la “solidaridad intergeneracional” para combatir los efectos de la “crisis ecológica”. Más de un católico debió hacerse cruces ante este inesperado Papa verde.
Los negacionistas del cambio climático que ayer escucharan al Papa o se detuvieran en la lectura del mensaje de la Jornada Mundial de la Paz, titulado Si quieres promover la paz, protege la creación, debieron llevarse un buen disgusto. Aunque entreveradas con citas bíblicas y alusiones teológicas, las reflexiones de Ratzinger estaban impregnadas de un inequívoco espíritu verde: “La Iglesia tiene una responsabilidad respecto a la creación y se siente en el deber de ejercerla también en el ámbito público para defender la tierra, el agua y el aire”.
Un poco más y el Papa imita al presidente Zapatero en la Cumbre del Clima de Copenhague, e incluye en su mensaje la célebre frase del jefe indio norteamericano según la cual “la tierra no pertenece a nadie, salvo al viento”. Benedicto XVI no llegó a tanto, pero sí vinculó el sufrimiento en muchas regiones y países del planeta con “la negligencia o el rechazo por parte de tantos a ejercer un gobierno responsable respecto al medio ambiente”.
Aunque esta vez fue más explícito, ya en su mensaje de 2007 el Papa decía que “toda actitud irrespetuosa con el medio ambiente conlleva daños a la convivencia humana”.
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Adios a las armas
Por otra parte, en su homilía ante los fieles que asistieron a la primera misa del año, el Papa instó a todos los grupos armados “de cualquier tipo” a abandonar definitivamente las armas: “A todos y a cada uno digo: parad, reflexionad y abandonad la vía de la violencia”. Y añadió: “La paz comienza con una mirada respetuosa, que reconoce el rostro de la otra persona, cualquiera que sea el color de su piel, su nacionalidad, su lengua o su religión”.
También en el texto difundido en 2008 con motivo de la Jornada de la Paz, el Papa teólogo instó a los países a impulsar el desarme y calificó de “funesto comercio” el tráfico internacional de armas. Pero al igual que ayer, tampoco en 2008 el Papa dio nombres ni citó países.