El país de las sonrisas y los precios de chiste
Fernando lleva cuatro veranos eligiendo este país como destino
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Hay mil motivos para repetir: la gente, las playas paradisíacas, la fiesta y, sobre todo, los precios. Fernando Lázaro-Carrasco, de 26 años, lleva los cuatro últimos veranos visitando Tailandia. Su capital, Bangkok, se ha convertido en el epicentro del sudeste asiático gracias a mantener un equilibrio entre "lo confortable de occidente y el exotismo de oriente", explica Fernando, que valora la opción de viajar desde allí a cualquier país de la zona "por unos pocos euros".
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Otro de los aspectos que animan a visitar este país es la amabilidad y hospitalidad de su gente. "Si cruzas una mirada con un tailandés y sonríes, sabes que te devolverá el mismo gesto, independientemente de lo que esté haciendo en ese momento", sentencia este joven madrileño.
Para desplazarse por Tailandia lo más económico es recurrir a los vuelos de bajo coste
Después de cuatro años eligiendo Bangkok como "centro de operaciones" para sus viajes de verano, tiene ya claro cuál sería su tour ideal dentro de este país: de norte a sur propone Chiang Mai, Sukhothai, el archipiélago de Phi Phi y Krabi.
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Para sacar el mayor rendimiento al dinero, conviene tener en cuenta una serie de "trucos" básicos. Entre ellos, moverse en vehículos con taxímetro, evitando el regateo y los Tuk Tuk motos que cuentan con un remolque con capacidad para cuatro personas que suelen ser utilizados por los turistas. Si lo que interesa es trasladarse de una ciudad a otra, lo más barato son los trenes. Pero el tiempo es dinero y "a veces es mejor gastar un poco más y desplazarse en avión. "Gracias a Air Asia, los vuelos internos salen a precio de chiste", sentencia Fernando, que da por hecho que un viajero joven ya cuenta con que "no se debe comer ni dormir en la calle principal, sino en la paralela".
Los paseos en elefante son unos de los reclamos más exóticos de Tailandia. En la ciudad de Chiang Mai, a partir de 20 euros se puede contratar este tipo de paseos. Sin embargo, hay quien prefiere recorrer las montañas a pie, abriéndose paso entre la naturaleza más salvaje.
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De camino a Bangkok, al norte del país, merece la pena hacer una parada en Sukhothai, antigua capital del imperio, famosa por sus imponentes ruinas declaradas patrimonio de la humanidad de la Unesco. "Perderse por aquella zona en bicicleta es algo impresionante", señala Fernando.
"Estos son dos destinos relajados antes de adentrarse en el caos de Bangkok", advierte este viajero, que se mueve por Kao San el barrio de los mochileros como quien está por casa. Esta es la ciudad de los monjes budistas, los atascos y las compras. Un mosaico de templos, puestos callejeros y avenidas interminables donde "ir sin mapa es una auténtica locura". La fiesta es otro de sus alicientes y, en este caso, lo mejor es dejarse llevar por los propios tailandeses, que suelen acudir cada fin de semana a macrodiscotecas, como RCA, a las afueras.
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En cualquier caso, si hay que elegir un sitio para desaparecer, Fernando lo tiene claro: la bahía de Krabi o las islas de Phi Phi. "Es un lugar paradisíaco donde relajarte, hacer submarinismo o realizar excursiones por todo el archipiélago", explica. Allí se han rodado películas de éxito como La playa y alguna de 007, un final de cine para un viaje que invita a preparar una buena secuela. El verano siguiente.