Cuando Ortega Cano estaba "tan a gustito"
La fama de bebedor siempre ha perseguido al extorero. Al menos en dos ocasiones se le ha visto en público con alguna copa de más
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"Sólo me mojé los labios con cava". En su declaración durante el primer día del juicio que se sigue contra él por el accidente de tráfico que sufrió el 28 de mayo de 2011 y que causó la muerte a otro conductor, el extorero José Ortega Cano negó que esa noche fatídica bebiera alcohol. Lo ha negado siempre, pero niega la realidad: en las pruebas de alcoholemia posteriores al accidente se le detectó una tasa de alcohol en sangre de 1,26 gramos por litro, casi cinco veces más de lo legalmente permitido.
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El ex matador de toros dijo también ser víctima de una injusticia. Pero pocos, salvo sus fieles, le creen. Desde luego no le cree el fiscal, que en su relato de los hechos ante el juez afirmó que Ortega Cano circulaba en un Mercedes Benz R320 "en condiciones no apropiadas para ello debido a la previa ingestión excesiva de alcohol".
Los antecedentes juegan en contra de la credibilidad de Ortega Cano. Siempre ha tenido fama de bebedor, una fama que se ganó a pulso cuando todas las televisiones de España sacaron el "¡Estamos tan a gustito!" que entonó en la boda de su hijastra Rocía Carrasco con Antonio David en 1996. Ese día, visiblemente bebido, se subió junto a otro amigo al escenario donde tocaban los músicos de la boda y empezó a cantar sin ningún pudor. En las imágenes se puede ver al diestro cabecear, tambalearse y cerrar los ojos en una expresión que denotaba precisamente eso: que él estaba "tan a gustito".
A partír de ahí su fama de bebedor corrió como la pólvora por todo el país. Muchos dirán que era una fiesta familiar, una boda y que su actitud se puede disculpar. Pero para un famoso basta una sola vez basta para marcarlo de por vida.
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Menos disculpable fue, en cualquier caso, lo que ocurrió en 2003 cuando recogió el premio Antena de Oro. Subió al escenario tambaléandose, con demasiado alcohol encima. Soltó un discurso incoherente que hizo reír a muchos pero que, como mínimo, sorprendió a otros. En este caso las imágenes se explican por sí solas.