El Consejo de Seguridad de la ONU levantó hoy buena parte de las sanciones aún vigentes de las que se impusieron al régimen de Sadam Huseín a partir de la invasión iraquí de Kuwait en 1990, en un reconocimiento de la transformación del país siete años después del derrocamiento del dictador.
El máximo órgano de seguridad aprobó en una reunión presidida por el vicepresidente de EE.UU., Joseph Biden, tres resoluciones que suponen un nuevo paso en el camino de Irak de estado paria a miembro respetado de la comunidad internacional.
También se espera que impulsen la recuperación económica del país al reducir las restricciones en sus operaciones exteriores y la explotación de sus recursos naturales.
En su conjunto, permiten el desarrollo de una nueva industria nuclear civil iraquí y desmantelan los restos del polémico programa "Petróleo por Alimentos".
Además, devuelven a la soberanía iraquí la gestión completa de los ingresos petroleros y de gas natural del país, aunque se mantiene la obligación de desviar un 5% de los mismos a un fondo de compensación para reparar los daños causados en la invasión de Kuwait.
Las tres resoluciones fueron adoptadas con el voto unánime de los 15 miembros del Consejo de Seguridad, excepto la de "Petróleo por Alimentos", en la que Francia se abstuvo.
En una declaración leída por Biden, cuyo país preside en diciembre el Consejo, se señaló que ese órgano "celebra el desarrollo de acontecimientos positivos en Irak".
También reconoce que la situación existente en Irak es considerablemente diferente de la que existía cuando se adoptó la primera resolución contra el régimen de Sadam Huseín en 1990.
La primera resolución aprobada pone fin a las sanciones impuestas en 1991 para impedir que el régimen iraquí reconstruyera su programa de armas químicas, biológicas y nucleares destruido después de su expulsión de Kuwait por una coalición internacional encabezada por EE.UU.
El segundo documento cierra los remanentes de "Petróleo por Alimentos" que permitió a Bagdad comprar miles de millones de dólares en alimentos y medicinas entre 1996 y 2003 para aliviar el sufrimiento de la población a causa del embargo comercial impuesto al país.
En los últimos meses, el Gobierno iraquí y la ONU han cerrado todos los contratos que aún permanecían abiertos bajo el programa, que se caracterizó por la corrupción, el tráfico de influencias y el pago de sobornos a sus administradores.
La tercera resolución decreta el cierre en seis meses del Fondo para el Desarrollo de Irak (DFI) que se estableció tras la caída de Sadam Huseín en 2003 para administrar bajo supervisión internacional la riqueza petrolera y de gas natural del país.
La desaparición del DFI el próximo junio también significa la eliminación de la protección al tesoro de Bagdad de los acreedores internacionales del anterior régimen iraquí.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, recordó que la Constitución iraquí recoge el compromiso del país de no adquirir armas de destrucción masiva, y que en los últimos siete años ha suscrito los principales tratados internacionales en esta materia.
"Hoy reconocemos lo lejos que ha llegado el país en aspectos clave de su recorrido para normalizar su estatus en la comunidad de naciones", agregó en su intervención el máximo responsable de Naciones Unidas.
El ministro de Exteriores de Irak, Hoshyar Zebari, aseguró que el centro de la política externa del país es "aliviar el pesado legado de incumplimientos del derecho internacional y romper el aislamiento y recuperar el puesto que le pertenece en la comunidad de naciones".
"La adopción de estas resoluciones importantes marca el inicio del fin del régimen de sanciones y restricciones a la soberanía, independencia y reconstrucción de Irak", valoró Zebari.
Tras la adopción de estas medidas, las únicas sanciones que permanecerán en pie son las relacionadas con familiares del difunto dictador iraquí que permanecen en paradero desconocido.
También quedan ciertas restricciones relacionadas con la producción de armas químicas, biológicas y nucleares, así como en el alcance de sus misiles.
Irak deberá seguir destinando el 5% de sus ingresos procedentes de su industria de hidrocarburos a las víctimas de la invasión de Kuwait, a pesar de que Bagdad considera que ya ha cumplido todas sus obligaciones en esta materia tras haber transferido 30.000 millones de dólares al país vecino hasta la fecha.
Sin embargo, el Gobierno kuwaití considera que todavía no ha recibido el nivel de compensaciones adecuado por las atrocidades y los daños materiales causados por el Ejército de Sadam Husein.
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