La obra del escultor Juan Muñoz y la del belga Vandekerckhove, unidas en una exposición
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El escultor Juan Muñoz, fallecido a los 48 años, y el pintor belga Hans Vandekerckhove, de 50, no llegaron a conocerse, pero ambos reflejan en sus obras la soledad y la incomunicación del ser humano. Mostrar esas coincidencias es la singular propuesta de la exposición que se inaugura hoy en la Fundación Carlos de Amberes.
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Bajo el título de "La mirada ciega", la exposición contrapone cuatro esculturas de Juan Muñoz, uno de los artistas españoles de mayor proyección internacional, con unos cuarenta óleos de Vandekerckhove, impregnados de poesía e imaginación, en los que predominan paisajes irreales y figuras solitarias, algo deshumanizadas y misteriosas.
Como puso hoy de manifiesto la historiadora del arte Amalia Alonso, comisaria de la exposición, Muñoz y Vandekerckhove "son representantes de esa tendencia del arte que conjuga la vuelta a la figuración" y, a través de formas artísticas diferentes, logran captar "la inquietud del hombre" y el ambiente hostil que con frecuencia le rodea.
Las coincidencias resultan aún más curiosas si se tiene en cuenta las trayectorias de uno y otro, ya que Muñoz, que murió de un infarto en 2001, había llevado hasta entonces una carrera meteórica y su obra había viajado por todo el mundo.
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Vandekerckhove goza de un gran prestigio en su país, pero es menos conocido fuera de las fronteras de Bélgica. Conoció la obra de Juan Muñoz en museos y galerías belgas, y la exposición que podrá verse hasta el 21 de octubre en la citada fundación es la primera que realiza en España.
Las escasas figuras de la obra del pintor belga "están muy volcadas hacia el interior", no suelen mirar al espectador o incluso aparecen con los ojos cerrados. Las esculturas de Muñoz, según solía decir el propio escultor, "parecen ciegas" porque los personajes miran hacia su interior y excluyen a quien los observa.
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El pintor belga recordaba hoy, en la presentación de la exposición, la importancia que en su obra tienen la mirada o, mejor dicho, "la ausencia de la misma", y el horizonte. Las figuras de sus cuadros están volcadas hacia ese horizonte difuso, "aunque nunca puedan alcanzarlo".
En los óleos de Vandekerckhove que pueden contemplarse en la exposición, todos de los últimos años, abundan los invernaderos. En ellos pasó su infancia y juventud porque su familia se dedicaba a la horticultura y floricultura, y al pintarlos evoca aquellos "años alegres".
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Lo onírico y lo poético están presentes en la obra del pintor belga, para quien "la poesía es precisión y misterio", y eso es lo que ha querido transmitir en sus cuadros.
Cuando empezó a pintar, a principios de los ochenta, la obra de Vandekerckhove tenía claras influencias expresionistas, pero luego evolucionó hacia lo figurativo, "pero creando atmósferas caracterizadas por la falta de naturalismo", dijo la comisaria de la muestra.
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"Pintar es un oficio solitario", y, además, el estudio que el pintor tiene en Gante está "totalmente cerrado el mundo". Como contaba hoy el artista, la música y la lectura le ayudan a trabajar, y también los paseos.