Obama pide una era política más civilizada mientras el Congreso revisa la seguridad
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El presidente de EE.UU., Barack Obama, lanzó ayer un elocuente llamamiento a una nueva era política de un tono "más civilizado", en un emotivo discurso tras el tiroteo del sábado en Tucson, mientras el Congreso revisa sus medidas de seguridad.
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"En un momento en el que nuestro discurso se ha polarizado tan drásticamente, cuando estamos demasiado dispuestos a echar la culpa de todo lo malo en el mundo a quienes piensan de modo diferente, es importante que paremos un momento y nos aseguremos de que nos hablamos los unos a los otros de manera que cure, no que hiera", instó el mandatario estadounidense.
Obama intervenía así con un discurso en el acto celebrado en la Universidad de Arizona para rendir homenaje a los seis muertos y catorce heridos que dejó el tiroteo cuando la congresista Gabrielle Giffords celebraba una reunión con votantes a la entrada de un supermercado.
"Espero que la visita del presidente una a la comunidad en Tucson, creo que enseña a nuestros hijos que no deben de tener miedo", dijo a Efe María Flores, una trabajadora hispana quien desde la madrugada acudió a hacer fila para presenciar el evento.
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Obama visitó a la congresista Giffords, herida en la cabeza, en el hospital antes de acudir al acto. En uno de los momentos más emotivos de la velada, en su discurso reveló que ayer mismo Giffords había "abierto los ojos por primera vez".
Según los doctores que la atienden, la congresista continúa estable y cada vez es más consciente de los estímulos que se le presentan.
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En una conferencia de prensa el jefe de los servicios de emergencia del Centro Médico de la Universidad de Tucson, Peter Rhee, dijo que los médicos "han disminuido la cantidad de sedante que le aplican", con lo que la congresista se muestra "cada vez más receptiva".
En la alocución de Obama, que se prolongó más de media hora, tuvo palabras para recordar a cada una de las víctimas mortales y algunos de los héroes de aquella jornada, como Daniel Hernández, el voluntario que trabajaba en la oficina de Giffords y cuyos auxilios tras caer herida contribuyeron a salvar la vida a la congresista.
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Obama lanzó un llamamiento a la unidad entre los ciudadanos y a dejar atrás los discursos polarizados y partidistas que han caracterizado la política estadounidense en los últimos años.
"Lo que no podemos hacer es usar esta tragedia como una ocasión más para volvernos los unos contra los otros", afirmó Obama, en medio de un impresionante silencio.
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El tiroteo ha abierto el debate acerca de si el supuesto culpable, Jason Lee Loughner, actuó impelido por los insultos y duras palabras que se han intercambiado en los últimos tiempos políticos de izquierda y derecha y comentaristas en radio y televisión.
Previamente, en Washington, la Cámara de Representantes había rendido por su parte un emotivo tributo a las víctimas, en medio de un agitado debate sobre la seguridad de los políticos.
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"Sigue luchando, no pares. Lucha, lucha, lucha", pidió a Giffords, con la voz entrecortada, el demócrata Xavier Becerra.
El presidente de la Cámara baja, el republicano John Boehner, trató de contener las lágrimas al leer una resolución que elogia el "servicio y liderazgo" de Giffords y condena las intimidaciones.
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En un paréntesis, los legisladores se reunieron a puerta cerrada con el FBI y la policía del Capitolio para repasar las medidas de seguridad en vigor y formas de estrechar la cooperación con las autoridades locales en sus distritos.
También hoy se conoció que todos los jueces federales de Arizona se han inhibido de la causa contra el acusado del tiroteo de Tucson, por considerar que no podrían ser imparciales porque en la masacre falleció un compañero suyo de profesión, el juez federal jefe de Arizona, John Roll.
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"Con el fin de evitar la apariencia de impropiedad, y porque un juez tiene la obligación de inhibirse cuando su imparcialidad pueda ser razonablemente cuestionada (...), este tribunal debe inhibirse" de la causa contra Loughner, dice una breve orden registrada por el juez Raner Collins en nombre de los otros jueces federales de Tucson y magistrados.
De otro lado, medios locales informaron hoy que las amenazas de muerte contra la ex gobernadora de Alaska y estrella del movimiento conservador "Tea Party", Sarah Palin, han alcanzado "un nivel sin precedentes" desde el tiroteo el sábado.
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Un asesor cercano a Palin dijo a la cadena televisiva ABC que el equipo de Palin, ex candidata republicana a la vicepresidencia de Estados Unidos en 2008, ha contactado a "profesionales" del sector de seguridad tras el aumento de las amenazas contra ella.
Después del sábado, Palin retiró de su página web un controvertido mapa que colocó en marzo pasado y que tenía el dibujo de la mira de un arma que señalaba a una veintena de demócratas que respaldaron la reforma de salud, entre ellos Giffords.
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Mientras tanto, ha salido a la luz que Loughner tuvo un encuentro con la policía horas antes del tiroteo, cuando se saltó un semáforo en rojo, según los últimos datos de la investigación policial.
Según explicó hoy a la prensa local el capitán de la oficina del sheriff del condado de Pima, Chris Nanos, el agente que lo detuvo, que pertenecía al cuerpo local de preservación de la vida salvaje, le quitó la licencia de conducir y el registro de su vehículo, pero al no encontrar ninguna multa previa que le llamara la atención, lo dejó marchar sin inspeccionar el vehículo.
El joven, de 22 años, regresó entonces a su casa, se dirigió a uno de los vehículos familiares y sacó una gran bolsa negra del maletero, según explicó el sheriff del condado, Clarence Dupnik.
Su padre, Randy, salió de la casa y le preguntó qué había en la bolsa, pero Loughner no respondió y salió corriendo. Randy se metió en su camión y persiguió a su hijo, pero él escapó hacia el desierto. No se le volvió a ver hasta el tiroteo.