El nuevo presidente serbio, ante el reto de demostrar su vocación europeísta
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Aunque ha asegurado que el país no se alejará de Bruselas, el conservador Tomislav Nikolic, presidente electo de Serbia tras ganar las elecciones del domingo, tiene aún que demostrar su vocación europeísta, sobre todo habida cuenta de su aún reciente pasado ultranacionalista.
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Nikolic sucederá en el cargo al reformista proeuropeo Boris Tadic, presidente desde 2004, y bajo cuyo mandato se ha hecho mucho para cambiar la imagen negativa que Serbia se creó en lo años 90, bajo el régimen autoritario de Slobodan Milosevic.
De la mano de Tadic, Serbia obtuvo el pasado marzo el estatus de país candidato a la adhesión a la Unión Europea (UE).
Ya ayer, en su primera intervención tras saberse ganador de los comicios presidenciales, Nikolic aseguró que "Serbia no se desviará de la vía europeísta", aunque aseguró su compromiso de "proteger al pueblo serbio en Kosovo", el principal escollo en el camino europeo del país balcánico.
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Nikolic, que fue expulsado hace cuatro año del Partido Radical Serbio (SRS), dirigido por el presunto criminal de guerra Vojislav Seselj, ha asegurado que llevará una política de buena vecindad y cooperación con los países vecinos, donde su elección puede causar reservas por su pasado ultranacionalista.
Algunos analistas serbios consideran que la llegada de Nikolic a la jefatura del Estado no traerá cambios en la política europeísta y que el nuevo presidente optará por una continuidad y que no detendrá el proceso de integraciones comunitarias de Serbia.
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"Un parón podría producirse sólo, quizás, por una insuficiente confianza a la espera de que pasos da", declaró a Efe el catedrático y analista serbio Predrag Simic.
"A diferencia de Tadic, quien goza ya de prestigio y respeto en la UE, Nikolic es todavía una incógnita para los políticos europeos. Y quizás allí pueda haber un parón debido a la desconfianza o la espera de que el nuevo presidente de Serbia confirme con claridad y con hechos sus palabras y sus orientaciones", precisó.
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Simic consideró que, respecto a la política hacia Kosovo, cuya declaración de independencia en 2008 no ha sido reconocida por Serbia, Nikolic permanecerá en la línea definida por Tadic y continuará el diálogo con Pristina sobre asuntos técnicos y normalización regional, amparado por Bruselas.
"Quizás habrá algo más de folclore" en el comportamiento de Nikolic, dijo Simic, pero agregó que, sin embargo "su política será de plena continuidad con la de Tadic".
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El futuro presidente, así como el Gobierno, cuya formación aún se tiene que negociar tras las Legislativas del pasado día 6, tendrán, entre otras tareas, que hacer más progresos en el diálogo con las autoridades albanokosovares, una condición impuesta por Bruselas para permitir el acercamiento a la UE.
Simic afirmó que la política de Nikolic "no podrá cambiar de forma significativa el curso de política exterior de Serbia".
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"Finalmente, creo que eso mostrará cierta madurez democrática de Serbia en que un cambio al frente del poder no significa el cambio de su política exterior", consideró el analista.
Nikolic, que en la década de 1990 fue un viceministro del Gobierno del autoritario Slobodan Milosevic, se presenta ahora como partidario de la vía europea, pero también de una cooperación más intensa con Rusia.
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Cofundador del Partido Radical Serbio, fue expulsado de él justo por abogar por una senda que a los ultranacionalistas les pareció demasiado europeísta.
Tras su salida de esa formación, fundó el Partido Progresista Serbio (SNS), que hace dos semanas fue la formación más votada en las parlamentarias.
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Sin embargo, su acceso al Gobierno parece difícil ante el anuncio de que el partido de Tadic reeditará su coalición de Gobierno con los socialistas.
Es una incógnita aún si Nikolic, desde su nueva posición de presidente electo, intentará formar Gobierno, pactar con los socialistas o intentar una cohabitación con un Ejecutivo de un signo y una Presidencia de otro.
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Se espera que en los próximos días se intensifiquen en Serbia las negociaciones para formar ese futuro Ejecutivo.
Tanto el Gobierno como presidente se enfrentan al difícil reto de efectuar reformas que den más estabilidad a una economía en la que la tasa de desempleo alcanza el 24 por ciento y el descontento social ha aumentado por la crisis y el bajo nivel de vida.
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Aunque la Constitución serbia no otorga al presidente grandes competencias, su figura está investida de gran poder político, dado que se elige por sufragio universal.
Snezana Stanojevic