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Un nuevo museo para la Acrópolis

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Tras años de retrasos y polémicas, los monumentos de la Acrópolis de Atenas, un tesoro milenario y de valor incalculable, tendrán por fin el marco que se merecen en un nuevo museo que se inaugura hoy con una gran fiesta.

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El edificio es un gigante de cristal, hierro, mármol y cemento, que costó unos 130 millones de euros a Grecia y a la UE. En sus tres plantas principales alberga reliquias de hasta 2.500 años de antigüedad encontradas durante diversas excavaciones en la roca sagrada de la Acrópolis.

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Alexandros Mantis, responsable del conjunto arqueológico, destaca que el diseño del museo "traslada al visitante a la antigua Acrópolis y a la vida en la antigüedad".

Pandermalis resaltó la gran importancia de la luz natural que se utiliza en el edificio, "que ofrece un panorama y una sensación completamente distinta a diferentes horas del día".

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A partir del domingo 21, el museo (www.theacropolismuseum.gr) permanecerá abierto durante 12 horas de martes a domingo y se esperan unos 10.000 visitantes diarios, que precisarán de tres horas para recorrerlo.

Decenas de jefes de Estado y Gobierno, ministros y altos funcionarios de organizaciones internacionales asisten a la inauguración, para la que los organizadores han anunciado dos grandes sorpresas.

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Esta inauguración es, según el ministro de Cultura griego de Cultura Antonis Samaras, un catalizador para que regresen las reliquias del templo del Partenón que fueron saqueadas y esparcidas hace 207 años".

Y es que ahora, con las obras terminadas y las salas repletas de reliquias, las autoridades helenas esperan que el museo ayude a ganar la larga batalla para recuperar los restos que fueron trasladados a Londres en el siglo XIX y que Grecia reclama insistentemente.

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"Es obvio que esperamos que vuelvan los mármoles del Partenón y estamos listos para negociar y que las salas del Museo Británico de Londres que se queden vacías estén siempre llenas con nuestros préstamos a largo plazo", explicó Samaras a Efe.

El responsable griego rechazó la oferta realizada por la institución londinense de ceder temporalmente los frisos a cambio de que Grecia reconozca que son propiedad del Museo Británico.

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Una opción que, dijo, sería "como legalizar lo malo que hizo Thomas Elgin", el diplomático británico que trasladó la mitad de los frisos del Partenón a Inglaterra a principios del siglo XIX con el permiso del Imperio Otomano, al que entonces pertenecía Grecia.

El retraso en la construcción del nuevo museo fue usado por el Museo Británico como excusa para no devolver las piezas, al alegar que la contaminación atmosférica de la capital helena era dañina para unas reliquias consideradas como un patrimonio universal.

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Ahora, y con el Partenón a sólo 300 metros colina arriba, el nuevo museo ha reservado una sala a la espera de los frisos.

Aunque la idea original de construir un nuevo museo data de 1978, la gestación del magnífico edificio, con 14.000 metros cuadrados de espacio de exposición, comenzó en 1999, pero tuvieron que quedar fallidos cuatro concursos arquitectónicos antes de que se comenzara a construir en el 2003 el proyecto definitivo, que concluyó en 2007.

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"Según los estándares europeos, una obra de tal dimensión hubiera tardado diez años en ser terminada", aseguró recientemente el presidente de la nueva institución, Dimitris Pandermalis, en un intento de minimizar las dificultades que ha encontrado la materialización de este sueño de los arqueólogos.

Las primeras excavaciones en 1999 para construir los cimientos toparon con importantes restos arqueológicos y levantaron una polémica, con acciones judiciales incluidas, sobre la conveniencia de encontrar otra ubicación al edificio.

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Finalmente, el proyecto del franco-suizo Bernard Tschumi, incluyó un sistema para integrar esos restos, que son ahora visibles a través del suelo transparente del museo.

Adriana Flores Bórquez

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