Nueva York vuelve al trabajo tras un fin de semana paralizada por "Irene"
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Los neoyorquinos volvían hoy al trabajo y recuperaban poco a poco la normalidad después de que "la ciudad que nunca duerme" se viera prácticamente paralizada durante todo el fin de semana por el paso del huracán "Irene", que degradado a tormenta tropical fue menos devastador de lo que se había temido.
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El ajetreo regresaba poco a poco a las calles de la Gran Manzana tras la nerviosa calma que imperó el sábado y el domingo ante la llegada de un ciclón por el que la ciudad se blindó con el cierre del sistema de transporte público, por el que pasan diariamente una media de once millones de personas, y todos sus aeropuertos.
"Irene nos dio un fin de semana para recordar. Obviamente podría haber sido peor, pero todavía hay miles de neoyorquinos sin luz", reconoció hoy el alcalde Michael Bloomberg en su primera comparecencia de la semana, en la que no escondió su satisfacción porque los autobuses y el metro funcionen ya desde la mañana.
Las autoridades respiran aliviadas así porque "Irene" no rugió como se esperaba y porque el gigantesco sistema de metro se logró reanudar mucho antes de lo previsto: a las 6.00 de la mañana (10.00 GMT) comenzó a funcionar el suburbano, con menos trenes y cambios en el servicio, pero listo para llevar a los neoyorquinos al trabajo.
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Las líneas de autobús, metro y gran parte de los ferrocarriles se pusieron en marcha "con muy limitadas excepciones", aseguró la Autoridad Metropolitana del Transporte (MTA), que detalló que el servicio de cercanías hacia el norte (Metro-North), todavía registra los mayores problemas y sólo se ha reabierto parcialmente.
Muchos ciudadanos habían temido el domingo que no podrían llegar al trabajo, por lo que el trayecto matinal fue menos caótico de lo previsto por el alcalde, quien el domingo llegó a recomendar incluso el uso del taxi.
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"No me esperaba que fuera a haber metro y, como estaba abierto desde por la mañana, he podido llegar sin problemas al trabajo", explicó hoy a Efe Pierre Swofferd, neoyorquino del barrio del West Village, quien señaló que el transporte estaba funcionando "casi como cualquier otro día de diario".
Ésa era la sensación generalizada en una jornada en la que, sin embargo, sorprendía la tranquilidad en las estaciones de Gran Central -ante la ausencia del Metro-North- y de Penn Station, donde los trenes de Nueva Jersey sufrían cancelaciones todavía y mientras no recibía tampoco los trenes habituales desde Long Island.
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Además, la normalidad también regresaba paulatinamente a los aeropuertos que dan servicio a Nueva York, ya que desde las 10:00 GMT los internacionales de John F. Kennedy y Newark abrieron sus pistas a los vuelos de llegadas, mientras que las salidas se reanudaron a las 16.00 GMT.
Su cierre causa todavía retrasos en muchas aerolíneas, que intentan ahora acomodar a los viajeros que se quedaron sin volar durante el fin de semana -se cancelaron alrededor de 10.000 vuelos-, entre los que destaca el gran número de turistas.
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El cierre de los aeropuertos afectó también a las actividades de la ONU, que tuvo que cancelar varios actos, como las consultas del Consejo de Seguridad sobre Kosovo (UNMIK), ya que el ministro de Exteriores kosovar, Enver Hoxhaj, no pudo desplazarse a Nueva York.
El arranque de la semana era así, pese a esas incidencias, más tranquilo de lo esperado, lo que favoreció que Wall Street viviera un lunes más y los mercados bursátiles funcionaran con normalidad, que el Midtown neoyorquino viviera igualmente el ajetreo habitual en sus edificios de oficinas y que Broadway se preparara para abrir todos sus espectáculos al público de nuevo.
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La preocupación de las autoridades es todavía evaluar las pérdidas por las numerosas inundaciones que sí provocó "Irene", así como la vuelta a casa de los numerosos ciudadanos evacuados obligatoriamente, una medida que afectó a 370.000 neoyorquinos y que fue levantada el domingo.
De ellos, 9.500 acudieron a los refugios abiertos por la ciudad, donde este lunes quedaban todavía alrededor de un millar repartidos en 25 instalaciones, según los últimos datos de la alcaldía.
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Pese a las numerosas inundaciones en los cinco barrios de la ciudad, la Gran Manzana no ha tenido que lamentar ninguna víctima mortal, mientras que en todo el estado murieron dos personas.
Una cifra que podría haber sido mayor, según las autoridades, sin las férreas medidas puestas en marcha por el alcalde Bloomberg y el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo.
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Muchos se preguntaban ya el domingo si las evacuaciones forzadas o el cierre del sistema de transporte fueron decisiones exageradas, pero ambos políticos las defendieron en distintas ocasiones, especialmente Bloomberg, cuya actuación en el gran temporal invernal que azotó Nueva York la pasada Navidad quedó en entredicho cuando la ciudad se quedó prácticamente incomunicada.