Nueva película recrea a un Nixon débil que trata de sobrevivir
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El cine vuelve a recrear la figura de Richard Nixon, esta vez con un relato intimista que ahonda en sus debilidades y su lucha por sobrevivir.
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"Frost/Nixon", que inauguró hoy la 52 edición del Festival de Cine de Londres, reconstruye la entrevista de 1977 en la que el ex presidente de Estados Unidos decide hablar tres años después de dimitir del cargo por el escándalo Watergate.
Para dar este paso y con la intención de reparar su imagen, eligió al inexperto periodista británico David Frost, quien, en lugar de resultar un entrevistador complaciente, terminó por destapar los conflictos internos y las mentiras del político.
Dirigida por el laureado director de "Una mente maravillosa", Ron Howard, la cinta cuenta con las interpretaciones magistrales de Frank Langella, en la piel de Nixon, y de Michael Sheen, que da vida al entrevistador.
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Acompañados por Francis Bacon, Matthew Macfadyen, Toby Jones, Sam Rockwell, y Oliver Platt, -todos presentes en el estreno, al igual que el verdadero Frost-, los protagonistas, actores de teatro, bordan sus papeles gracias a un maravilloso uso de la voz.
"Frost/Nixon" nació en 2006 a partir de una obra de teatro de Peter Morgan, guionista de "The Queen" y "El último rey de Escocia", que estuvo en cartel en Londres y después viajó a Broadway.
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La misma noche en que el futuro director vio la función, decidió que la llevaría al cine, así que no esperó para ponerse manos a la obra.
Y no se contentó con conseguirlo, sino que además convenció al mismísimo Morgan para que adaptara el guión y a los protagonistas teatrales para que se atrevieran con la aventura cinematográfica.
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El reto es mayúsculo porque no sólo hubo que trasladar la historia al formato cinematográfico, sino hacer atractivo un guión basado en unos hechos reales cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo.
La empresa resulta aún más complicada si se tiene en cuenta que el formato elegido es el de documental; las imágenes reales se mezclan con la reconstrucción cinematográfica de la entrevista, "flashbacks" y declaraciones ficticias.
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El resultado es soberbio: más que una recreación histórica de tintes políticos, la película ahonda en la dimensión humana de Nixon y Frost, quienes se jugaban el futuro en esa entrevista que cambió sus vidas para siempre, con direcciones muy distintas.
No hay buenos y malos en esta película, a pesar del negro legado político de Nixon, sino personas que luchan por sobrevivir y en ese camino muestran debilidad, miedo, frustración y ego.
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Pero en esa la lucha de titanes sin cuartel también hay sitio para la dignidad, la compasión y la incondicionalidad.
La química existente entre los dos protagonistas y un guión impecable permiten que el ritmo de la película no flaquee y exista una tensión permanente.
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Los planos contribuyen a crear un clima claustrofóbico y recogen muchos puntos de vista, algo que aporta riqueza y dinamismo al relato.
La intensidad estalla a veces en forma de humor inteligente, que despierta las carcajadas entre el público.