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Nadal tumba a Karlovic de forma agónica y jugará con Del Potro en las semifinales

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Un heroico Rafa Nadal se clasificó para las semifinales de Indian Wells al tumbar de forma agónica al cañonero Ivo Karlovic por 5-7, 6-1 y 7-6 (7), en dos horas y 23 minutos de un partido de gran nivel en el que ambos tenistas sacaron por momentos lo mejor de su repertorio.

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Su rival en la semifinal del desierto californiano será el argentino Juan Martín Del Potro, que hoy logró el pase a la semifinal después de la retirada por lesión del español Tommy Robredo.

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Nadal superó a Karlovic, número 239 del mundo, a pesar de los 23 puntos de saque directo conseguidos por el croata.

El primer set discurrió como un ritual de engranaje perfecto; cada jugador aferrado a saque y sin permitir injerencia alguna. Los juegos iban cayendo uno tras otro para cada uno hasta que con empate a cinco, Karlovic, un jugador de 2,08 metros, sorprendió al español con un juego en blanco y rotura de saque.

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El balear salvó una bola de set pero no aguantó las acometidas del croata con su imponente saque, que sorprendió a todos con su magnífica defensa y sus poderosos golpes desde el fondo de la pista.

En la segunda manga, Nadal, encolerizado, desató su furia y arrasó a su rival con dos roturas de saque y un juego de muchos quilates para disfrute de los cerca de 10.000 espectadores que se dieron cita en la central de Indian Wells, en una noche apacible y sin apenas viento en el desierto californiano.

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El set definitivo discurría por los mismos cauces que el primero. Ahora primaba la prudencia y la calma por parte de ambos, muy seguros en todo momento con su servicio. La igualdad hizo que se llegara a un "tie-break" definitivo que comenzó de forma inmejorable para Nadal con una rotura de saque.

Ahí comenzaron a florecer los nervios y ambos jugadores cometieron errores no forzados de lo más delicados, pero Nadal supo gestionar mejor la situación. Con 8-7 para el español y servicio para Karlovic, llegó la rendición de la torre croata y la exaltación de su rival.

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Minutos antes, Nadal, en un punto decisivo, ya cerraba el puño con la rodilla en alto, en un gesto característico lleno de energía y rabia. Era señal de victoria.

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