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Myriam Gallego: "Las mujeres tenemos aún muchas batallas que ganar"

La actriz gallega da vida a la marquesa de Santillana en la serie 'Águila Roja'

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Myriam Gallego (Ourense, 1976) reconoce que Lucrecia, la inteligente y manipuladora marquesa de Santillana en Águila Roja, es por ahora el papel de su vida. En la segunda temporada de la serie, que comienzó este jueves en La 1 de TVE, la marquesa, que bajo su apariencia fría esconde a una mujer adelantada a su tiempo, seguirá maquinando para conseguir sus objetivos con todas las armas a su alcance, sin olvidar la seducción.

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¿Qué pueden esperar los telespectadores de esta segunda temporada?

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Esta segunda etapa va a ser mucho más cañera; seguimos apostando por la aventura, por el misterio, por las tramas palaciegas, pero sobre todo nos hemos adentrado mucho en las emociones.

La marquesa es uno de los personajes más fuertes de la serie, ¿cómo la describiría?

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Lucrecia es una mujer muy inteligente y poderosa, cuyo objetivo es subir peldaños en la escala social, para lo que recurre a todas las armas que puede usar una mujer, su cuerpo, su voz... Es una mujer que utiliza a los hombres pero a su vez es utilizada por el poder. Hay que ponerse en esta época, el siglo XVII, y verla como una mujer sola, viuda, que trata de mantener a toda costa toda la herencia de su marido para su hijo Nuño. Tendrá que luchar mucho porque afrontará muchos contratiempos.

Es también quien lleva el peso del erotismo

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Sí, lleva el peso erótico y el de la seducción, aunque entran otros personajes como Irene, la sobrina del cardenal, que influenciada por Lucrecia jugará también ese rol tras enseñarle la marquesa el poder que tiene el cuerpo femenino ante los hombres.

Su personaje se mueve en un mundo de hombres. ¿Ha cambiado mucho la cosa desde entonces?

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Bastante porque las mujeres que nos han antecedido han peleado bastante, pero las mujeres tenemos aún muchas batallas por ganar. En esta temporada tratamos los malos tratos hacia la mujer, y rodar esas escenas resulta muy duro.

¿Le cuesta mucho meterse en el personaje?

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Me cuesta horrores. Es el personaje de mi vida, es un regalo, porque hasta ahora mi perfil era de julietas, cordelias y ofelias. He hecho las grandes nobles del teatro clásico e irte al lado opuesto cuesta mucho. Está totalmente alejada de cómo soy yo y de mi manera de hablar y de moverme; esta mujer tiene un ego que arrasa y a mí me cuesta mucho amanecer marquesa.

Aguila Roja es televisión, pero recuerda al cine. ¿Marca este tipo de ficción el camino a seguir?

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Creo que hay muchos caminos; este es un camino totalmente necesario, pero hay que hacer también comedias de salón. De todas formas, entiendo que a las cadenas y a los productores les dé pánico enfrentarse a algo tan grande y costoso de hacer.

¿Hay cada vez menos diferencias entre cine y televisión?

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Claro que sí. Ya en el rodaje hay muy poquitas: hacemos plano, contraplano, planos cortos, medios, hay grúas, mil movimientos de cámara y tenemos que rodar la escena de 800 maneras distintas, y con muchísimo exterior. La riqueza de series como esta es precisamente el exterior. Si trabajamos cinco días, tres o cuatro grabamos en exteriores con doble unidad y eso es lo que hace que el presupuesto se vaya de madre.

¿Hasta qué punto Águila Roja entronca con la tradición del Siglo de Oro?

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El Siglo de Oro es bastante desconocido para el gran público, aunque no para determinado sector leído. Igual que a la gente le interesa mucho Cuéntame porque cuenta la etapa del franquismo y la transición, esto también interesa porque es una etapa desconocida. Nosotros no hacemos historia, pero aún así hay un acercamiento a cómo vivían esas gentes, los pobres, los ricos, la nobleza... y eso a la gente le gusta porque tiene también un poco de cuento y, como la vida va muy mal, nos apetece también ver cosas que nos distraigan.

¿Qué opina de las nuevas incorporaciones a la serie?

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Yo he trabajado mucho con José Ángel Egido [que da vida a un ambicioso cardenal]. Es un gusto trabajar con él porque es muy bueno y no tiene que hacer grandes cosas porque lo lleva todo puesto; con mirarnos a los ojos las cosas están dichas. Elisa Mouliaá [que interpreta a la sobrina del cardenal] tiene toda la energía de los 20 años y tanto ella como Roger Berruezo [el campesino revolucionario] son muy vivos y han entrado en un sitio que es un regalo. Si son inteligentes, de aquí les saldrá lo que quieran.

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