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Música para un coche eléctrico

Neil Young publica ‘Fork in the road’, un disco inspirado en un vehículo ecológico que se está construyendo. En mayo presentará el álbum en España

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El rock y los coches tienen bastante más relación de lo que parece. Y no se trata sólo de la cantidad de canciones sobre autopistas, ni de poner el radiocasete del coche a todo volumen. Rock y automóviles son, esencialmente, sinónimos de libertad. En los cincuenta, un joven que no escuchaba rock&roll y no tenía un coche no era un joven. El rock liberaba tu mente; el vehículo, tu cuerpo. Con el rock, podías bailar con una chica; en el coche, podías llevarla adonde quisieras. Hoy suena algo machista, pero entonces encajaba.

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Pero todo tiene su lado oscuro. Aquella pureza inicial que emanaba de la combinación del rock y los motores derivó en pastiche comercial, en el primer caso, y en polución atmosférica, en el segundo. Neil Young, dándole al rock desde principios de los sesenta, ha debido ser consciente de esta decadencia. En su nuevo disco, recupera la esencia de los primeros encuentros entre rock y coches, pero trasladado al siglo XXI: el rock lo sirve crudo y el coche… eléctrico. ¿Rockecológico? Algo así.

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A fallback.

Fork in the road (Warner, 2009) está inspirado en su coche, un Lincoln Continental de 1959. Hasta aquí, nada que no se haya visto en la historia del rock, de Chuck Berry a Loquillo, pasando por Jonathan Richman. Quizás el hecho de que todo el disco gire en torno al Lincoln se salga de lo normal, pero aún más sorprendente es la historia que rodea al automóvil de marras.

Durante los últimos dos años, Young se ha involucrado en un proyecto para convertir su Lincoln de 1959 en un coche eléctrico. Junto a Jonathan Goodwin, un mecánico de Wichita que lleva años investigando los motores de los coches clásicos para reducir su consumo de gasolina, el músico se ha volcado en la fabricación de un automóvil que, según él, “cambiará el mundo. Jonathan y este coche van a hacer historia –dijo al periódico The Wichita Eagle–, vamos a crear un coche que nos permita dejar de dar nuestra riqueza a otros países por petróleo”.

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Young ha pasado a la acción, porque, como confiesa en el tercer tema de su disco, Just singing a song, “cantar una canción no cambiará el mundo”. Lo dice un hombre que dedicó un disco a criticar la guerra de Irak (Living with war, 2006) y que ese mismo año se reunió con sus antiguos compañeros Crosby, Stills y Nash para denunciar la política de Bush.

Su interés por la ecología no es nuevo. En 1985, puso en marcha, junto a Willie Nelson y John Mellencamp, el Festival Farm Aid para ayudar a los granjeros estadounidenses empobrecidos. Iniciativas como esta lograron que el Congreso aprobara una ley de ayuda a las granjas familiares en 1987. Farm Aid celebra cada año un concierto al que asiste Young (al parecer, son famosos sus discursos ecologistas).

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La misma electricidad que alimentará el Lincoln corre por los diez temas de Fork in the road (traducido: bifurcación en la carretera). Young alabará las virtudes de la energía verde, pero el disco suena como un tubo de escape: turbio, huracanado y contaminado.

Grabado en Nueva York y Londres, Young no se va por las ramas y entrega un disco de rock seco y crudo, tan básico como hundido en las raíces de la música americana (blues pantanoso –y, en su caso, ruidoso– y espíritu negro con ritmos y coros funk). Difícil, muy difícil hallar el rastro que conecta este disco con el de hace cuatro años, el campestre Prairie wind, de sonidos acústicos. Curiosamente, el músico parece seguir el camino contrario que se espera de una leyenda del rock: en lugar de tender hacia estilos más tranquilos y apacibles, con los años gana en intensidad y fuerza.

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Paradójicamente, cuando sus fans se enteraron de que sacaba disco nuevo, se disgustaron: se aplazaba así la publicación de la primera entrega de la colección Archives, una caja de diez CD de 1963 a 1971. Saldrá a la venta el 2 de junio, pocos días después del inicio de su gira mundial en el Primavera Sound de Barcelona (30 de mayo), que continuará en San Sebastián.

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