Cargando...

Un museo para Magritte

Bruselas inaugurará el próximo 2 de junio un centro dedicado en exclusiva a la exhibición de más de 200 obras de uno de los padres de la pintura surrealista

Publicidad

Bélgica está dispuesta a corregir una de sus grandes carencias: la ausencia de un museo dedicado a su mejor pintor surrealista. Más de 200 obras de René Magritte (1898-1967) compondrán la mayor colección del mundo a partir del 2 de junio, día en que abrirá sus puertas el Nuevo Museo Magritte, en Bruselas.

Publicidad

Hasta la fecha la obra de Magritte se antojaba dispersa, en parte debido a las copias que el artista hacía de un mismo cuadro hasta 17 en el caso de El imperio de las luces (1954) y por la falta de un museo que unificara su producción.

Click to enlarge
A fallback.

De las más de 200 obras que reunirá el Nuevo Museo Magritte, 154 obras proceden de los Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica (una colección que ha ido creciendo poco a poco, con pequeñas adquisiciones), mientras que las 50 restantes proceden de colecciones privadas y colaboraciones con otras instituciones. "La principal aportación llega de la Fundación Menil de Houston, segunda más grande en obras de Magritte", informó ayer Michel Draguet, director del Nuevo Museo Magritte, en la presentación del proyecto en Madrid. Esta red de contactos ha posibilitado la programación de una serie de exposiciones temporales que, a partir de 2010, pondrán en relación la obra de Magritte con las de Miró y Dalí, y que en 2013 contempla la exhibición de las 17 versiones de El imperio de las luces.

Tríptico por plantas

Publicidad

La antigua sede del Museo de Bellas Artes ha sido reformada para ofrecer un detallado tríptico del artista. "Obra, pensamiento y vida", resumió Draguet. La visita discurrirá por tres plantas y comenzará en la tercera, que muestra la producción de Magritte hasta 1929. En ella podrá analizarse la influencia en su obra de Paul Verlaine o Giorgio De Chirico, imprescindible para entender su concepción de la pintura como vehículo de ideas, relegando a un segundo plano la obsesión por la técnica. De igual modo, se evocarán aspectos de su vida privada, como la relación con Georgette, a la vez musa y compañera, o su faceta como diseñador gráfico, con la exposición de los carteles que constituyeron sus primeros trabajos.

La hondura psicológica de su pintura se acentúa en la segunda planta, que retoma su producción a partir de 1930, cuando la crisis le obliga a volver a Bruselas. "Hay una voluntad por escapar de la razón", precisa Draguet en alusión a pinturas tan representativas como La respuesta inesperadaEl regreso (1940). A partir de 1939 su pintura entrará en una fase oscura, potenciada por la explosión de la II Guerra Mundial. En esta fase Magritte consolidará un lenguaje propio en el que abundan los cuadros dentro del cuadro, las cortinas y las ventanas animadas. Su compromiso político con el comunismo y el denominado período vaca que duró tres meses de 1948 durante los que Magritte realizó una obra al día cierran la segunda planta.

Publicidad

La visita en el primer piso depara al espectador algunas de las obras maestras del artista, como si de un imaginario enciclopédico se tratara. "Magritte es el artista más reproducido del mundo y el hecho de que su obra alcanzase la mayor difusión fue para él una obsesión", recuerda Draguet. Ahora tendrá un museo para saciar los deseos.

 

Publicidad