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Múnich estrena el Brandhorst, el espléndido museo de las 27.000 pastillitas

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El Museo Brandhorst abrió hoy sus puertas como nueva joya del arte contemporáneo en Múnich, con 200 obras que abarcan de Andy Warhol, Gerhard Richter y Georg Baselitz hasta una gran colección de Cy Twombly y el imán mediático de la vitrina de 27.000 pastillitas de Damien Hirst.

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El edificio multicolor diseñado por los berlineses Matthias Sauerbruch y Louisa Hutton, un cubo con aspecto de caja de bombones de colorines, es desde hoy la nueva dirección imprescindible en el circuito artístico muniqués, en directa vecindad con sus pinacotecas, la Antigua y la Moderna.

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Los 36.000 paneles de cerámica de la fachada alegran la manzana. En su interior se exhibe impresionante listado de grandes nombres: varios Warhol, incluido su "Piss Painting" llamado "Oxidation", frente a frente con Hirst, Franz West, John Chamberlain, Alex Katz, Arnulf Rainer y Bruce Naumann, entre otros muchos.

Asimismo presentes, repartidos en los espacios que envuelven un eje de escalinatas de fina madera danesa, están Erich Fischl, Jannis Kounellis, Sigmar Polke, Mario Merz y, como no podía ser de otro modo, máxime en Alemania, Joseph Beuys.

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El nuevo museo muniqués debe su colección al mecenas colonés Udo Brandhorst, quien cedió la piezas a Múnich a cambio de que la ciudad le brindara un espacio y solar adecuados.

La respuesta de las autoridades muniquesas estuvo a la altura de las circunstancias: un solar con las pinacotecas públicas al fondo, sobre el que se construyó un edificio capaz de albergar las 700 obras del coleccionista, de las que se exhiben dos centenares.

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La más fotografiada, incluso antes de abrir las puertas, fue la vitrina de Hirst, un monumental homenaje a la industria del analgésico, titulada "In this terrible moment".

Pacientes estudiantes de arte han tenido que colocar píldora a píldora y de acuerdo a las precisas instrucciones cromáticas y de otro tipo del artista, hasta las 27.000 consignadas.

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Hirst está en la lista de artistas cuidados por Brandhorst y suyo es asimismo un espectacular bronce de seis metros de altura titulado "Hymn". El preferido por excelencia del mecenas es, sin embargo, Twombly, de quien el colonés empezó a comprar obra en la década de los 60 hasta acumular la mayor colección del artista fuera de EEUU.

A la carga de vitalidad que irradia el museo desde el exterior, le sucede el impacto visual de varios cuadros de la producción reciente en gran formato de Twombly, en su interior.

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Brandhorst empezó a pensar en ceder sus obras, para su exhibición permanente, a la muerte de su esposa y compañera en la labor coleccionista, Anette, en 1999. Primero barajó la posibilidad de hacerlo a Colonia, su ciudad, poblada además de excelentes museos.

Luego entró en juego Múnich, gran rival de Berlín. Y se llevó la partida, gracias a la elección del solar, junto a las pinacotecas.

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La proximidad física que tanto favorece al visitante, por eso de tener tres espléndidos museos en la misma plaza, ha puesto de relieve, sin embargo, el déficit de las pinacotecas públicas.

El diario muniqués "Süddeutsche Zeitung", y a remolque de ese medio alemán de referencia el resto de periódicos y televisiones, han hecho hincapié en la palabra "afrenta" hacia sus vecinas.

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Múnich no ha encontrado el dinero suficiente para completar los espacios y urbanizar como debe los solares compartidos entre las pinacotecas, lo que es un agravio comparativo frente a la generosidad con que se trató al recién llegado colonés.

La directora general de las pinacotecas, Carla Schulz Hoffmann, quitó hierro a la polémica, en declaraciones hoy a la televisión pública, recordando que el Brandhorst queda integrado en la red museística. Y añadiendo que el rival no es la llegada a la ciudad de una colección que la enriquece, sino Berlín.

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Gemma Casadevall

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