Mientras el libro electrónico se abre paso a zancadas en el universo editorial, el mundo del cómic estudia con recelo la augurada reconversión del texto impreso desde la ciudad francesa de Angulema, que celebra anualmente el festival más importante de Europa consagrado al "noveno arte".
Más de 500 dibujantes de historietas pasean entre coleccionistas, editores y curiosos por los salones y exposiciones de Angulema, una discreta localidad del centro sur de Francia que, como cada año, se volcará hasta el próximo domingo para acoger a unas 200.000 personas aficionadas a esta disciplina reservada a una inmensa minoría.
Autores como Sempé, Robert Crumb, Zep, o Enki Bilal son algunas de las estrellas invitadas a la 37 edición de la muestra, en la que también participa el reportero-dibujante estadounidense Joe Sacco o el cineasta israelí Ari Folman, ganador de un Globo de Oro a la mejor película de habla no inglesa por su cinta de animación "Vals con Bashir".
El del cómic es un espectro diverso que goza de cierta anarquía creativa y en el que los propios autores y editores encuentran dificultades para reconocer unánimemente nuevas tendencias, como demuestra que el Festival de Angulema vaya a repartir hasta siete galardones entre el medio centenar de obras de la sección oficial.
Pero hay ciertas realidades que detectan bastantes expertos, quienes -sin mostrarse demasiado categóricos- identifican un "boom" de las novelas gráficas, un interés del sector hacia las mujeres dibujantes y no poca incertidumbre por el desarrollo futuro de las historietas en un mundo digitalizado.
"El e-book (libro electrónico)... todavía no se sabe muy bien por donde tirará. Es el gran futuro, parece ser", explica a Efe Graciela Pérez, responsable de relaciones internacionales del Salón del Cómic de Barcelona.
La adaptación del cómic a las nuevas tecnologías es tan antigua como los primeros dibujos animados, que encuentran sus orígenes allá por 1910, así que el nuevo mundo digital podría suponer una oportunidad para un sector acostumbrado a abrirse camino con dosis extra de inventiva, ya que nunca se ha reconocido el de la historieta como un arte con mayúsculas.
La pantalla -grande o pequeña- se ha convertido incluso en una ventana para acceder a más público, especialmente niños, con ejemplos como el de Ásterix el galo, o el vaquero Lucky Luke, Batman, Spiderman o Superman, que vivieron aventuras en papel, después llegaron a la televisión y finalmente fueron llevados al cine.
Por eso, pocos temen que el "e-book" vaya a arramplar con el viejo TBO, como explica a Efe el dibujante Fran Collado, autor de "Hotel Safari", quien considera que "lo más lógico es que se creen diversos públicos", pero que no contempla que la historieta tradicional vaya a desaparecer.
"Esto del cómic es muy fetichista. A la gente le gusta tocarlo", apunta.
Antes de que llegara el libro digital -y del impulso que le pretende dar el iPad, el último artilugio de Apple, una firma que ya revolucionó la música con el Ipod y la telefonía móvil con el Iphone-, los autores del cómic habían empezado adaptarse a una era no analógica.
Actualmente, "el cómic-blog es muy importante. Hay muchos dibujantes que hacen cómics en internet que pueden consultarse regular y gratuitamente", observa Marine Loscos, responsable de la escuela francesa de animación EMCA, aunque cree que no sería positivo que el blog reemplazase totalmente al papel.
"Si el papel llega a desaparecer, es necesario que haya formatos como el e-book que se puedan comprar, en vez de ser gratuitos", agrega Loscos, quien asume que aunque algunos cuadernos de bitácora digitales reciben ingresos por publicidad la mayoría no funciona económicamente.
A esta oleada de nuevas tendencias se han sumado empresas como digiBidi o Ave!Comic, que proponen historietas con sonido, un híbrido entre el papel y la animación que se asemeja al cómic musical sobre la vida del fallecido Michael Jackson que ya puede encontrarse entre las aplicaciones de algún moderno teléfono móvil.
Quizá dentro de dos décadas el premio que el Festival de Angulema concede a un cómic de importancia histórica -sección en la que este año compite el español Carlos Giménez con "Paracuellos" y los argentinos Solano López y Oesterheld por las míticas historietas de "El Eternauta" - albergue una sección electrónica.
Pero, por ahora, las historietas de la sección oficial, a cuyos galardones aspiran el español José Luis Munuera por "El signo de la Luna" están editadas, encuadernadas y huelen a tinta y a papel al pasar sus páginas.
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