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La muerte de Carrington supone "el fin" del surrealismo, según poeta mexicano

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La muerte de la pintora y escultora británica-mexicana Leonora Carrington, que pasó sus últimos días feliz y sola en compañía de su mascota, supone "el fin" del movimiento surrealista, dijo hoy en entrevista con Efe el poeta Homero Aridjis.

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"Con ella muere una madre, una abuela, una amiga, una leyenda y una época del arte que, sin sus sueños y sus emociones, es una llama extinta", aseguró el también activista ambiental, periodista y gran amigo de la Premio Nacional de las Artes 2005, que falleció ayer a los 94 años a causa de una neumonía en Ciudad de México.

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Leonora Carrington se introdujo en el mundo surrealista de la mano de quien fue su pareja sentimental, el artista alemán Max Ernst (1891-1976), y llegó a México en 1942 casada con el poeta y diplomático mexicano Renato Leduc.

Ahí conoció a las también pintoras Remedios Varo y Frida Kahlo, con las que conformó la tríada de surrealistas que, inmersa en un México "de mucha tolerancia y libertad, que dio cobijo a millones de exiliados Europeos", encontró cabida para plasmar en el arte sus fantasías y sus sueños, explicó Aridjis.

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El pasado 6 de abril Carrington celebró, junto a su gran amigo y doctor Isaac Masri, sus 94 años con la inauguración de una exposición conjunta en la que se dieron a conocer diez de sus esculturas de bronce más recientes inspiradas en sus seres fantásticos y en su amor por los animales y la naturaleza.

Ese día Carrington hizo su última aparición ante los medios, lo que supuso para la prensa todo un acontecimiento debido a que fueron contadas las veces en que la artista se expuso ante los reflectores.

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"Simplemente lo odiaba, ella era feliz sola en su casa junto a su último gran amor: su perrita Yeti", contó entre risas Aridjis.

Yeti, una maltés blanca, fue un regalo de Masri y se convirtió, después de la muerte de su segundo esposo -el fotógrafo húngaro Emerico Weisz-, en la fiel compañera de Carrington.

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Según cuenta Aridjis, Leonora Carrington no se movía sin su mascota y menos aún se dejaba retratar sin ella, pues Yeti era la representante de todos esos animales a los que la artista tanto amó.

"Un día, cuando veíamos tanta desgracia en las noticias, Leonora me volteó a ver y me dijo: 'Amo más a los animales cada día, ellos no tienen maldad'", dijo el escritor.

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Leonora Carrington nació en Chorley (Inglaterra) el 6 de abril de 1917 y muy joven escapó del lado de sus padres para iniciar sus estudios en la Chelsea School of Arts y la Academia Ozenfant de Londres.

A inicios de la década de los 40 huyó a Santander, España, y tras sufrir un colapso nervioso fue internada por su familia en el manicomio "Abajo", en donde escribió el libro "Memorias de Abajo".

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Tiempo después llegó a Lisboa (Portugal) y allí conoció a Leduc, con quien viajó a Nueva York para después mudarse a México, país que hoy honra su muerte.

Entre sus obras más representativas están las pinturas "La giganta", "Laberinto", "El juglar" y "Quería ser pájaro" y las esculturas "Los cocodrilos" y "Barca con changos".

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"Hasta en sus últimos días quiso ser muy independiente, caminaba, despacito, pero caminaba, y como toda una inglesa ella servía siempre a las cinco el té", concluyó Homero Aridjis.

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