La mirada profética de Orwell
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Pocas distopías han sido tan certeras como la de George Orwell. El futuro que imaginó en 1984 y su compromiso con el tiempo que le tocó vivir hacen que la manida etiqueta de “conciencia moral de una generación” no resulte, en su caso, una simple boutade para vender libros.
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Su literatura, como sus ensayos y reportajes, nacieron como advertencia y el paso del tiempo los ha convertido en profecías. Para desentrañar las claves de dicha vigencia y homenajear su obra se dieron cita ayer en El foro de Izab, convocados por la Fundación Andreu Nin, la escritora colombiana Laura Restrepo, Miguel Ángel Rodríguez Lorite, secretario de la fundación, y Miguel Aguilar, director literario de Debate.
“Orwell se esfuerza por hablar para los que vienen detrás, trata que sus palabras no caigan en el vacío, su literatura es como una mirilla que se asoma a lo que viene”, apuntó Restrepo. Según la narradora colombiana, la literatura de Orwell se sitúa en “un vacío histórico, una sensación de enredo fruto de un porvenir que quedó ahogado cuando las posibilidades del comunismo como alternativa se frustraron debido al estalinismo”.
Miguel Aguilar, por su parte, explicó que uno de sus grandes logros es “hablar con la misma voz del hombre decente que está a pie de calle, un punto de vista que no hay que confundir con el buenismo, no hay que olvidar que a Orwell fue siempre muy crítico con ese pacifismo ingenuo que practicaba, por ejemplo, Gandhi”.
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Aguilar también quiso profundizar en el estilo orweliano. Un estilo que, como el propio escritor se encargó de explicar en su día, “debe ser llano, porque es en esa llaneza donde reside la belleza. Si no se entiende es problema de quien lo escribe”. Una llaneza que Aguilar relacionó con su experiencia en la Guerra Civil, “Orwell, quizá por su paso por el campo de batalla, siempre tuvo como referentes los valores del hombre normal, unos valores que consideró necesarios defender una y otra vez”.