Miñana se adentra en el inicio del periodismo, que sitúa en la Barcino romana
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Situado en la órbita de los escritores de la Generación del 68 como Marsé, Montalbán, Mendoza o los Goytisolo, Juan Miñana publica después de un largo silencio "Hay luz en casa de Publio Fama", una novela histórica que describe la Barcino romana y el nacimiento del oficio de "vender noticias".
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En una entrevista concedida a Efe, Miñana ha dicho que le interesaba "la época fundacional de la ciudad y del propio periodismo".
El autor recuerda que "en Roma había una tribuna de oradores llamada rostra y debajo estaban los subrostranos, una alternativa a la versión oficial de palacio, que vendían su información directamente a los ciudadanos interesados".
El personaje de Publio Fama es en la novela "el primero que importa ese oficio en la Hispania romana a una colonia sin importancia, como era entonces Barcino".
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Miñana, que ha trabajado en este libro desde hace siete u ocho años, prefiere pensar que "Hay luz en casa de Publio Fama" (RBA) no es una novela histórica al uso, sino que ha querido llevar la fábula, ha dicho, a una época interesante en la que todo estaba por fundar, en la que se produce una confrontación entre el poder y ese protoperiodismo, entre el poder político y el civismo".
Cree el autor de "El jaquemart" que "no hace falta ser barcelonés para meterse en la historia que protagoniza Publio Fama" y reconoce que hay poca literatura española ambientada en ese período.
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"De hecho, conocemos muy bien a través de la literatura la Barcelona medieval, la decimonónica o la del siglo XX, pero para los amantes estrictos del género histórico faltaba este tipo de novela", ha asegurado.
Miñana asegura que ha descubierto que "algunas maneras de ser de hoy, que se creían venían de la Edad Media, proceden del período romano. Ya hacíamos tripartitos hace 2.000 años y eso, quieras que no, imprime carácter", ha bromeado.
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Escribir una novela ambientada en una población de apenas 2.000 habitantes cuando estás rodeado por una metrópoli urbana le ha resultado más difícil de lo previsto y por ello, revela, "de vez en cuando hacía escapadas a Essaouira, en Marruecos, que me daba el relax necesario para volver a imaginar aquella Barcino".
El libro es también "un homenaje al oficio de informar, a la necesidad de que haya un freno a la impunidad del poder, a grandes periodistas como Kapuscinski, Vázquez Montalbán o Huertas Clavería" y aunque Publio Fama importa "un oficio más", al final es él quien tiene que dignificarlo.
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La descripción que Miñana hace de esos vendedores de noticias no se aleja mucho del periodismo actual, a decir del autor: "Había especialistas en economía, en deportes, en cotilleos, como hoy, y en ocasiones, para mantener las audiencias, como le sucede al propio Fama, era necesario inventarse algunas informaciones".
Uno de los personajes del libro comenta sobre los subrostranos a su vuelta de Roma que "no he averiguado aún si trabajan bajo la invocación de Minerva o de Mercurio, del negocio o de la sabiduría, y eso el periodismo todavía no lo ha resuelto", sentencia Miñana.
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Como malos navegantes, los romanos cerraban el mar en los meses de malos vientos y entonces, dice Miñana, dejaban de circular las noticias que debían difundir los subrostranos. Era el momento, entonces, de la fabulación, de la literatura".
Frente a la tendencia a creer que el futuro de la literatura es el periodismo, "yo digo que el futuro del periodismo es la literatura, la información debe tener alma".
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Miñana asevera que con este libro también pretendía hacer su ajuste de cuentas con la novela histórica que, dice, "se ha metido en un callejón sin salida, repitiendo fórmulas que ahogan otras propuestas que tendría más calado artístico".