1,8 millones de catalanes votan por la independencia
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No se trataba de una jornada electoral al uso. Tampoco de un referéndum con carácter excepcional. Era una consulta, sí, pero no vinculante, alternativa, de mínimos... Y sin embargo, nada de esto ha impedido que más de dos millones de catalanes —2.305.290 cuando se ha escrutado el 96,8% de las mesas de votación, según datos provisionales que ofrece el Govern catalán en su página web— salieran a la calle a expresar su opinión sobre el futuro de Catalunya. No les ha importado madrugar un domingo; no les ha importado hacer colas de hasta una hora, no les ha importado que su papeleta no tuviera mayor validez que la de dejar escrita una voluntad que, independientemente del signo, el gobierno español tacha de "inútil", "estéril" y "antidemocrática". Espoleada por las amenazas y las prohibiciones, una parte suficientemente representativa de la sociedad catalana ha decidido votar masivamente este 9-N, y de forma mayoritaria, el 'Sí/Sí'. Los votos favorables a la independencia se han impuesto con unos porcentajes que se mueven en torno al 80% del total, mientras que el 'No' sólo ha tenido un 4,5% de votos. El 'Sí/No' (10%), 'Sí/en blanco' (1%), en blanco (0,5%) y otros (3%) completan el resto de opciones.
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Los ciudadanos que se han acercado a los más de 1.300 puntos de participación repartidos por el territorio catalán —la mitad de los que habitualmente se habilitan en unos comicios autonómicos, por ejemplo— lo han hecho felices, pacientes y, en muchos casos, visiblemente emocionados. Un octogenario votaba entre lágrimas. Jubilados recordaban a los que ya no están. Menores excitados se enfrentaban por primera vez a una urna —la edad mínima para participar era de 16 años—.
Jubilados recordaban a los que ya no están. Menores excitados se enfrentaban por primera vez a una urna Y hasta catalanes que residen actualmente en otras partes del mundo se aproximaban a las urnas con el jet lag en la cabeza. "He vuelto a casa sólo para participar en un día histórico como el de hoy", repetían. Votar. Al final era eso. Así lo han entendido quienes han hecho posible este 9-N, desde los voluntarios hasta los participantes, convirtiendo la jornada en un acto pacífico, colaborativo y sin incidentes relevantes más allá de los cinco encapuchados que han irrumpido en actitud violenta en la Escuela de Hostelería de Girona y han roto dos urnas. "Una jornada histórica", valoraba la Assemblea Nacional Catalana (ANC), "que debe tener grandes consecuencias políticas", subrayaba Òmnium.
Las dos plataformas organizadoras de la consulta —aunque el presidente de la Generalitat, Artur Mas, sea "el responsable final de que haya colegios abiertos"— se han mostrado exultantes una vez se han cerrado los colegios, a las 20.00 horas de la tarde. En el Centro Cultural Born de Barcelona, donde los miembros de la campaña "Ara és l'hora" se han reunido para valorar los resultados de participación que se iban conociendo, Carme Forcadell proclamaba entre aplausos: "Hoy hemos desafiado al estado español y demostrado que su justicia ya no nos da miedo por más que nos amenace". Para la presidenta de la ANC, Catalunya se ha convertido en "un ejemplo de revuelta democrática para el mundo". Muriel Casals también ha aprovechado su intervención para dar las gracias a Artur Mas "por aguantar las presiones y mantener la convocatoria" y ha admitido, en un paralelismo con el 25º aniversario de la caída del muro de Berlín, que "con el 9-N hemos derrocado el muro del miedo".
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El proceso participativo ha arrancado con fuerza. Bien temprano, mucho antes de que los centros abrieran sus puertas, ya había decenas de personas haciendo cola, muchas de ellas advertidas por la propia ANC y Òmnium para que, en el caso de producirse intervenciones policiales, se pudiera hacer cierta presión. Pero nada de esto ha ocurrido. La jornada arrancaba con normalidad, los Mossos —instados por la Fiscalía Superior de Catalunya a entregar una relación de los edificios de titularidad pública usados como punto de votación— vigilaban cada centro a una distancia prudencial y el ambiente festivo pronto adquiría múltiples formas. Aplausos generalizados cuando a las 09.00 horas cada centro abría sus puertas; votantes pidiendo a los responsables de cada mesa que inmortalizaran el momento con una fotografía; y participantes que acudían a depositar su sobre con la camiseta del Real Madrid, disfrazados de Guardia Civil o envueltos directamente en una estelada o una rojigualda. Desgraciadamente para los amantes de las imágenes virales, la mayoría de los que han ido a votar no han hecho demasiada ostentación de símbolos partidistas, conscientes de que para que la jornada tuviera más credibilidad a ojos de los medios internacionales era necesario ofrecer una imagen lo menos histriónica posible.
Los voluntarios han aprovechado para recoger firmas de denuncia contra el estado español No obstante, los cánticos sí han protagonizado episodios curiosos, como cuando Artur Mas o Jordi Pujol han sido jaleados cuando han acudido, con sus respectivas mujeres, y por separado, a votar. O cuando ha aparecido el entrenador del Bayern, Pep Guardiola, y todas las miradas y cámaras de teléfono móvil se han dirigido inmediatamente hacia él. Los políticos de los partidos favorables al derecho a decidir también han lucido palmito en sus respectivos centros, y a excepción de unos pocos, todos han desvelado su combinación entre el 'Sí' y el 'No'. Más curioso ha sido ver al líder de ERC, Oriol Junqueras, o al portavoz del Govern, Francesc Homs, haciendo de voluntarios en una mesa. Y es que por las características de la consulta, se han requerido un total de 40.000 voluntarios y a ellos se ha referido directamente en su intervención de clausura Artur Mas. "Sin la generosidad y sentido de país del ejército de voluntarios que se han movilizado el 9-N no habría sido posible". Han desempeñado tareas de todo tipo, en un ejercicio de autogestión que partidos como el PP o Ciutadans rápidamente han tildado de "farsa" y "pucherazo". De la gestión de datos al recuento de votos, pasando por funciones informativas, también han aprovechado para recoger firmas de denuncia contra el estado español, provocando una curiosa imagen: participantes haciendo dos colas. Primero, la del voto; luego, la de la firma. El documento-denuncia se enviará durante la próxima semana a la ONU y otras instituciones europeas, con el objetivo de dar a conocer el "maltrato" que recibe Catalaunya en su anhelo de decidir su propio futuro.
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En total han sido 942 municipios los que han acogido este 9-N, donde se han repartido en casi 7.000 mesas en 1.317 espacios. Pero la consulta ha tenido también un amplio seguimiento fuera de Catalunya. En países europeos como Inglaterra, Francia, Bélgica o Alemania centenares de catalanes han acudido a los puntos de votación habilitados por el gobierno catalán (delegaciones y sedes de ACCIÓ, una plataforma adscrita al departamento de Empresa y Ocupación de la Generalitat) para participar en la consulta. Sólo en Bruselas, por ejemplo, han votado más de mil personas. Por tema de horarios, y mucho antes de que abrieran los centros repartidos por el territorio catalán, los primeros sobres han sido depositados en las urnas de Sidney, Tokyo y Hong Kong. Avanzado el domingo se han abierto otros centros en Estados Unidos, Argentina, Colombia, Chile o Brasil, donde los catalanes residentes siguen acudiendo gradualmente y, en algunos casos, formando largas colas. De hecho, al tratarse de un proceso participativo, los catalanes que no hayan podido acudir hoy a votar tendrán aún algunos días de margen para hacerlo, en puntos muy concretos, eso sí, del territorio. El recuento oficial, pues, deberá esperar.
Con el 9-N concluye, por las formas más que por el fondo, una de las etapas más anheladas del proceso catalán. Tras cuatro años de lucha, Diadas, movilizaciones y acciones ciudadanas, este lunes arranca otra fase, tal vez la más compleja y decisiva, donde los partidos políticos deberán buscar la fórmula de encajar la voluntad de los más de dos millones de catalanes que este domingo han votado dentro de un escenario de plenas garantías. Un escenario donde, a la vista de los primeros resultados, tampoco parece interesar demasiado a los partidarios del 'No' y mucho menos al gobierno español, que no ha tardado en tumbar el "éxito total" con el que ha definido Artur Mas el 9-N asegurando que ya está haciendo todo lo posible para buscar responsabilidades penales a la consulta.