Mikel Astarloza, "el rey de las escapadas", vence en solitario y Contador sigue líder
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Mikel Astarloza, del Euskaltel, "el rey de las escapadas", por fin consiguió el fruto de su esfuerzo al imponerse en solitario en la decimosexta etapa del Tour de Francia, la segunda jornada alpina disputada entre Martigny y Bourg Saint Maurice, de 159 kilómetros, jornada de transición en la que Alberto Contador estrenó con éxito el maillot amarillo.
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A la enésima fue la vencida. Mikel Astarloza metió tantos boletos en la ruleta de la fortuna que al final le tenía que tocar un rato de gloria. Lo consiguió a lo grande, en un escenario excepcional como los Alpes, disfrutando el instante en solitario. Un gesto de rabia para concretar su estreno en el Tour a los 29 años.
Así, remató el donostiarra la maratoniana y numerosa escapada de la jornada. Al final quedaron cuatro, pero Mikel soltó el "txupinazo" a 2 kilómetros de meta y nadie le pudo seguir. Entró con 6 segundos de adelanto sobre los franceses Sandy Casar y Pierrick Fedrigo. El gran pelotón llegó a 59 segundos, con Alberto Contador disputando el esprint, el maillot amarillo a buen recaudo y los primeros puestos de la general intactos.
Contador sufrió los primeros ataques como líder, pero mostró una vez más sus armas de poder. Sigue al frente de la general con 1.37 minutos sobre Armstrong y 1.46 respecto al británico Wiggins.
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Una etapa plurinacional que transitó entre Suiza, Italia y Francia, con dos puertos únicos y gemelos que componían todo el perfil de la etapa. Muy sencillo: subir y bajar el Gran San Bernardo y otro tanto con el Pequeño San Bernardo. Sin más, como si de una montaña rusa se tratara.
La carrera salió lanzada de Martigny, en Suiza, con las ideas claras para algunos, como el italiano Franco Pellizotti, que se sigue ganando a pulso el maillot a puntos de la montaña. El corredor del Liquigas rompió el pelotón a las primeras de cambio. Se llevó tras él a unos cuantos, entre ellos a Egoi Martínez (Euskaltel), pero en las rampas del puerto se quedó a solas con el ruso Vladimir Karpets (Katusha).
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Hacía 43 años que el Tour no pasaba por este puerto de 2.469 metros de altitud que separa Suiza de Italia, techo de la presente edición, con 30 kilómetros de subida al 5,7 por ciento de pendiente media. Pellizotti cruzó en cabeza por la misma cima que coronó Bahamontes en 1963, con una ventaja de 1.14 sobre el grupo perseguidor y Alberto Contador y resto de favoritos, a 2.02 bajo el impulso del Astana, que gestionó todo el ascenso a bloque, a un ritmo que no impidió echar un vistazo al impresionante Mont Blanc.
El descenso por el italiano Valle de Aosta se convirtió en una operación de caza y captura de Pellizotti y Karpets, que fueron neutralizados a 57 kilómetros de meta. Una nueva situación de carrera con 18 corredores, tres de ellos del Euskaltel: Verdugo, Igor Antón y Astarloza, en busca de la etapa soñada por la formación vasca. Pero también estaban Gómez Marchante, uno de los hombres de confianza de Sastre en el Cervélo y Jens Voigt, compañero de Andy Schleck en el Saxo Bank.
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El Pequeño San Bernardo, alto de primera con 22,5 kilómetros de ascenso) puso la carrera de nuevo en Francia, y también un momento eléctrico con el ataque de Andy Schleck. El primer intento de destronar a Contador. El luxemburgués preparó la subida con dos hombres tensando la cuerda. Luego aceleró su hermano Frank y Andy quemó la traca sin éxito. El líder sofocó la rebelión de inmediato, con autoridad.
En dicho arranque del Schleck menor cedieron Sastre, Armstrong y Evans. El americano reaccionó con una demostración de las de antaño, solo que ahora con el objetivo de enlazar con el grupo de alta jerarquía. Y lo logró en un auténtico alarde de coraje.
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La etapa se la iban a jugar Pellizotti, que cosechó los puntos en la cima, Astarloza, el francés Moinard y el belga Van Der Broeck, supervivientes de la numerosa fuga del día. Un descenso terrible, en el que se cayó de manera espeluznante el alemán Jens Voigt.
Alguien se tenía que mover en busca de la etapa. Y fue Astarloza quien se animó a 2 kilómetros de meta. Un ciclista de fondo herido en mil batallas sin éxito, un top ten del Tour 2007, en el que acabó noveno. Salió disparado hacia el sueño de su vida, hacia la salvación del cuadro vasco, que siempre se mete en las escapadas sin suerte.
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Ya no hubo debate ni dudas. Sus compañeros de fuga se quedaron plantados ante la fuerza del corredor vasco, que entró en meta a lo grande. Un hombre sin esprint que sabía que un ataque lejano era la única forma de vencer. Y llegó el día. Entró en meta en pleno delirio. La tercera victoria española, después de las alcanzadas por Luis León Sánchez y Contador.
Así compensó su elección por el ciclismo, ya que el fútbol y la pelota vasca también llamaron a la puerta de Astarloza. Tampoco se dedicó al remo, ya que su padre le advirtió de los dolores de espalda que podía padecer. Con momentos así se alivia todo. Y mañana a buscar otra escapada. Seguro.