En Mauthausen también se hablaba castellano
Andrés Pérez da voz a los españoles del lager en su última novela, premio Ateneo
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Andrés Pérez Domínguez (Sevilla, 1969) vio a la pareja al amanecer, en una estación del metro de Viena: "Bailaban un vals sin música, como si nada de lo que les rodeara existiera. Me puse a escarbar a partir de esa imagen y surgió una novela. Pensé que no era Viena ni comienzos del siglo XXI, que podía ser París, mayo de 1941, cuando los alemanes invadían la ciudad. Que él es un republicano español, que se llama Rubén; que ella es francesa, Anna; que a él se lo llevan a Mauthassen y la mujer va a colaborar con los servicios secretos aliados, y también imaginé a Franz Müller, un violinista alemán, un bohemio, con el que entablan un triángulo amoroso que nos llevará hasta el Berlín del 45, nada más concluir la Segunda Guerra Mundial".
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Ese es el argumento de El violinista de Mauthassen, la novela que acaba de ser galardonada por absoluta unanimidad por el jurado del Premio Ateneo de Sevilla. Cuando Pérez Domínguez se pone a escribir, no sólo le interesa un argumento o un lenguaje, sino una atmósfera. Así que no extraña que antes de ponerse manos al ordenador, recorriese los campos de Auschwitz, Buchenwald y Mauthassen, donde subió y bajó la terrible y famosa escalera que supuso una tortura añadida para los prisioneros.
"Todos los campos me producen la misma sensación. Todos están en un lugar muy idílico; el de Mauthassen, por ejemplo, en una llanura preciosa de Austria explica. Pero nada más entrar, los contrastes son terribles por esa sensación tan tétrica que supone enterarte de los terribles sucesos que han ocurrido en un lugar de tanta belleza. En Mauthassen hubo 7.500 españoles que siguen olvidados. Cuando hablamos del holocausto, se nos vienen a la memoria los judíos, pero no nos damos cuenta de que los españoles también estuvieron ahí".
No es la primera vez que Pérez Domínguez se adentra en tales entresijos, como demuestran sus anteriores títulos, La Clave Pinner y El factor Einstein: "La Segunda Guerra, la guerra fría, supone un mundo muy novelesco. Pero con independencia de que sea una época muy interesante, a mí lo que me interesan son las pasiones que mueven a los personajes".
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Y por eso los analiza meticulosamente: "El mundo de los años treinta y cuarenta, con todas sus convulsiones políticas, económicas y militares, pone a los personajes en una situación cuyos comportamientos me encanta explorar. Eran hombres y mujeres dados a la lealtad, al sacrificio, al honor, a una serie de conceptos que forman parte de mi universo literario", reflexiona Pérez Domínguez.
Su segunda novela aunque apareció impresa en tercer lugar se tituló El síndrome de Mowgli y su argumento escapa de dicha secuencia histórica: "Creo que voy a dejar la Segunda Guerra Mundial aparcada durante un tiempo. En el trabajo del escritor tiene que entrar el riesgo. Si no, no escribiría cuentos. Yo no quiero que la Segunda Guerra Mundial termine siendo un subgénero que decida mi carrera literaria o mi destino".