Marte menos 'marciano'
'Sciencie' publica los datos de la misión 'Phoenix', que revelan un planeta potencialmente apto para la vida
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La sonda Phoenix Mars Lander comenzó a emitir desde el ártico marciano en la madrugada del 26 de mayo de 2008. Nueve años antes, otra sonda similar, Mars Polar Lander, destinada al polo sur del planeta, se había perdido minutos antes de aterrizar, mostrando que, pese al brillante historial de la NASA, en sus expediciones a Marte el éxito no se podía dar por hecho. Cinco meses de trabajo más tarde, Phoenix había proporcionado a los científicos gran cantidad de información para reconstruir la historia del agua en el planeta rojo, además de alguna sorpresa. El resultado es la imagen de un mundo algo menos hostil de lo que se pensó en un principio y evidencias de que en el pasado pudo contar con unas condiciones aceptables para la vida. Esta semana, decenas de autores de todo el mundo ofrecen nuevos detalles en cuatro estudios publicados en Science que incluyen los principales hallazgos de una de las sondas más populares de los últimos tiempos.
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El detective Phoenix llegó a Marte siguiendo las pistas que le habían pasado Mars Re-connaissance Orbiter y Mars Odyssey Orbiter. Estas sondas ya habían detectado con sus instrumentos la señal del hidrógeno en el polo marciano -su origen, en principio, debía ser el agua helada- o las formaciones geológicas que apuntaban a la presencia de agua en el pasado. Poco después del aterrizaje, las cámaras de Phoenix devolvieron a la Tierra la imagen de un terreno con formas poligonales. Estas formas se habrían creado, según los investigadores, a causa de los cambios de temperatura. Debido al frío, el terreno se contrae y el hielo se rompe. Entonces, la arena rellena las grietas que se forman tras la ruptura antes de que el hielo vuelva a expandirse y combe la superficie.
La misión comenzaba bien. Los primeros indicios anunciaban hielo bajo la pista de aterrizaje de Phoenix y, efectivamente, allí estaba. Después de excavar con su brazo mecánico y analizar las muestras en su laboratorio de a bordo, los datos enviados por la sonda permitieron confirmar el 31 de julio que había agua helada en Marte. Phoenix se convertía así en el primer artefacto que tocaba agua fuera de la Tierra.
"Queríamos conocer el origen del hielo", explica Peter Smith, investigador principal de la misión y autor de uno de los estudios que hoy publica Science. "Podría tratarse de los restos de un gran casquete polar que encogió, un océano helado o una nevada que quedó congelada en el suelo", apunta. "La teoría más probable es que el vapor de agua de la atmósfera se esparció sobre la superficie y se congeló en el nivel donde la temperatura alcanza el punto de congelación", añade.
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Smith cree que algunos de sus hallazgos indican que pequeñas cantidades de agua modificaron la química del suelo marciano. Hace unos cinco millones de años, la inclinación del eje del planeta, mayor que la actual, habría expuesto más al Sol el polo norte, creando unas condiciones de mayor humedad durante el verano.
En ese clima antiguo, el vapor de agua procedente de los casquetes polares se podría multiplicar por 300, permitiendo la formación de ventiscas de nieve. Estas, al derretirse, formarían finas capas de agua, insuficientes para crear un lago, pero que bastarían para permitir crecer a algunos microbios. "Si esta vida se hubiese llegado a formar, aún existirían nichos en los que podría sobrevivir", concluye.