Cargando...

Maestro en pequeños detalles sin importancia

Erwin Olaf retrata la tensión psicológica en su primera retrospectiva en España, que abarca 25 años de carrera

Publicidad

Hay algo que no cuadra en las fotografías de Erwin Olaf (1959, Hilversum), como si sus imágenes ocultaran un cuchillo en alguna parte. Boyscouts con las rodillas magulladas, colegialas aburridas... Todo en orden, pero todo al borde del abismo, al modo del mejor Haneke. La tensión se masca en pequeños detalles sin importancia, como una camisa a medio meter tras la lección del aparato reproductor.

Publicidad

El fotógrafo holandés presenta hoy su primera retrospectiva en España, en el centro DA2 de Salamanca, con cerca de 200 obras que resumen su producción de 1984 a 2009. Entre ellas, la de una mujer rubia con la esfera de Mercedes Benz en las entrañas. La fotografía causó gran polémica en Reino Unido y Australia, al ser considerada una referencia al accidente mortal de Lady Di (la serie se llamaba Royal blood). Pero él se defiende: "No quiero provocar. Sólo trabajo sobre lo que me rodea. La gente se escandaliza con un simple desnudo. Es una actitud que considero más americana e inglesa que del resto. Pero yo no soy ni americano, ni surafricano; así que fotografío lo que es normal en la cultura a la pertenezco".

Click to enlarge
A fallback.

En los últimos 25 años, Olaf ha evolucionado de la carne a la psique. Sus comienzos en blanco y negro beben del interés de los setenta y ochenta por el cuerpo, con las series Chessmen y Squares en las que reinterpreta el poder y la dualidad del dominador y el explotado. Sin soltar el desnudo, realizó Fashion victims, donde reflexionaba sobre cómo el consumo masivo de marcas erosiona la singularidad del individuo creando prototipos iguales. De nuevo algo no cuadra: Olaf habla de uniformes presentando una ristra de penes y vaginas.

"La buena foto sale cuando surge algo que no preveías"

Publicidad

Cuando se le pregunta por su deriva hacia fotografías menos explícitas, el artista se escuda en la madurez. "Es una cuestión de edad y de ir acorde con los tiempos. Ahora las instituciones son más conservadoras", constata. Algo que le choca, porque "al mismo tiempo la gente es más exhibicionista con su sexualidad, no hay más que ver Internet".

La retrospectiva de Olaf coincide con la presentación en España de su última obra, Dusk & Dawn, en la galería Espacio Mínimo (Madrid). "En mis trabajos recientes, me ocupo más de los efectos de la violencia que de la violencia misma. Me interesa saber cómo cuelga el teléfono una persona que acaba de saber que ha perdido a su marido", explica. No siempre fue así. En la serie que realizó para la Universidad Laboral de Gijón, actualizaba la pintura del Siglo de Oro.

Publicidad

"La buena foto sale cuando surge algo que no preveías". Su preferida es la de una chica que se acaricia en el quicio de una puerta (Hope). Un gesto al borde del abismo.

 

Publicidad