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"Los libros prohibidos incitan a la lectura"

Philip Kerr coloca a un detective en los orígenes del nazismo

TONI POLO

El hotel Adlon de Berlín se encuentra junto a la puerta de Brandemburgo. Fue construido por el káiser a finales del siglo XIX para demostrar el poderío de Alemania y ha sido el lugar escogido por el escritor escocés Philip Kerr para ambientar la sexta novela protagonizada por Bernhard Gunther, un policía de Weimar que, ante las primeras depuraciones nazis en el año 1934, se ve como detective del hotel en Si los muertos no resucitan (RBA/La Magrana), ganadora del III Premio Internacional de Novela Negra RBA.

Un asesinato, el robo de una joya y la corrupta designación de Berlín como sede de los Juegos Olímpicos de 1936 dan pie al autor a destripar las entrañas de un periodo histórico 'crítico y apasionante'. La trama termina en la Cuba de Batista, 20 años después. 'Considero que todas las revoluciones las hacen luchadores por la libertad que, después, se convierten en dictadores', sentencia Kerr cáustico. 'Lo mejor que podrían hacer los políticos es hacer poco, no estropear las cosas', comenta, desencantado con el mundo.

'Todas las revoluciones las hacen luchadores', afirma el autor

En el fastuoso hotel comienza Kerr un recorrido por el Berlín de la barbarie nazi, que transcurre por el paseo de los tilos, 'árboles que Hitler derribó para dejar espacio a sus desfiles'. De ahí, pasa a la exposición callejera Topografía del terror, junto a las ruinas de los calabozos de la Gestapo.

El escritor analiza cada fotografía, desmenuza a cada personaje y cada documento. Su investigación dice que ha sido exhaustiva: 'Es difícil mezclar a personajes reales con protagonistas ficticios. Toda la investigación es mía porque la enfoco en los pequeños detalles, que son los que humanizan a los personajes históricos'. Así nos describe a Goebbels con su cachorro de león o con su juguete preferido, un trenecito. O nos habla de los pequeños mostachos de los jerifaltes nacionalsocialistas: 'La historia de Alemania se reduce a una serie de bigotes ridículos', dice en boca de Gunther.

El escritor quiere rendir homenaje a Philip Marlowe. 'Descubrí a Chandler con 22 años, cuando hacía un posgrado sobre leyes alemanas. ¡Era tan coñazo! Necesitaba evadirme de las intenciones de mi padre de que fuera abogado y dar con otras lecturas', recuerda.

'La historia de Alemania se reduce a una serie de bigotes ridículos'

Pero su pasión por la novela negra tiene que ver con libros prohibidos y con James Bond. 'Me influyó Ian Fleming porque sus libros los escondía mi padre. No hay mayor incitación a la lectura que los libros prohibidos. Me hice con la llave del escondite y, con 11 años, descubrí a Bond'.

El erotismo también juega un papel importante en la novela. 'Marlowe no tiene novias, Gunther sí'. La mujer es una periodista norteamericana que investiga el antisemitismo en la Alemania de Hitler. Quiere provocar un boicot a los Juegos Olímpicos que, quién sabe, podría desencadenar el fin del régimen nacionalsocialista. 'No se puede especular sobre lo que habría pasado en caso de que la máxima potencia deportiva se hubiese negado a asistir a los JJOO', reconoce Kerr. Pero la situación con los judíos en Alemania no difería mucho de la de los negros en EEUU. 'La diferencia es que en EEUU, una democracia mucho más consolidada que la alemana de 1934, no creció un Hitler'. Philip Kerr no quiere buscar paralelismos con la situación actual, aunque sí define a Berlusconi como 'un Mussolini, pero con más sentido del humor'.

 

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