La lucha clandestina por las libertades democráticas durante el franquismo no se circunscribió sólo a las grandes ciudades, sino que tuvo también su recorrido en el mundo rural. Este protagonismo olvidado de los jornaleros, en este caso andaluces, es reivindicado y ampliamente documentado por el investigador sevillano Ramón Barragán que lo expone con muchos detalles y nombres y apellidos en el libro titulado De la clandestinidad a la libertad conquistada. Antifranquismo y lucha obrera en la Vega Media del Guadalquivir, editado por Círculo Rojo.
El autor, que es maestro jubilado y exsecretario general de CCOO de la Enseñanza en los años 80, considera 'una inmensa laguna' el olvido del mundo rural en la lucha contra la dictadura, el de unos hombres y unas mujeres 'que se hicieron cultos con su compromiso político por la democracia, que leyeron, estudiaron, aprendieron a debatir, a dialogar y actuar con equilibrio y moderación'.
Su presencia profesional como maestro en esa comarca sevillana también conocida como la del Canal de los Presos —obra hidráulica de 150 kilómetros realizada por presos políticos con trabajos forzados— le ha ayudado a enfocar a ras de tierra la evolución de la oposición a la dictadura, década a década y pueblo por pueblo, desde el fin de la Guerra Civil hasta 1976 tras la muerte de Franco. Cuatro años de intenso trabajo con más de doscientas entrevistas y numerosas consultas a archivos han dado como resultado un libro muy denso que retrata los pormenores de la dura vida de los jornaleros de los doce pueblos de esta comarca sevillana.
Los jornaleros de esta tierra de latifundistas, activos colaboradores de los golpistas, pagaron un alto tributo de muerte y cárcel en la represión franquista, cuyo balance es de 412 muertos y 313 presos políticos hasta los años de la postguerra, en su mayoría trabajadores del campo, sin que esas cifras incluyan 'las incontables detenciones y penas de cárcel durante el resto de la dictadura'. Pero fue precisamente la cárcel el germen de donde surgió el movimiento de oposición al nuevo régimen, 'de donde salieron ideológicamente reforzados y comprometidos aquellos que se sobrepusieron al miedo en los años 40, a quienes hay que reconocer su valentía y su dignidad', afirma Barragán.
'Muchos de aquellos luchadores empezaron en los años 40 y terminaron en los 80 su vida política. Hicieron la travesía completa del franquismo desde el principio hasta el final, con gran altura y honradez en una vida marcada por la lucha'. Ramón Barragán no duda en atribuir el gran mérito de esa lucha al Partido Comunista de España (PCE), del que nunca fue militante, aunque sí lo fue de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) desde 1970 y de Comisiones Obreras de la Enseñanza desde 1974. Admite que su compromiso cristiano no fue óbice para unirse a la órbita del PCE que lideraba la lucha antifranquista. 'Mucha gente de la HOAC luchó, organizó a los obreros y estuvo al lado de la gente. Eran respetados pese a sus creencias y al apoyo de la Iglesia oficial al franquismo', añade.
Cinco republicanos de la comarca acabaron en Mauthausen, cuatro de ellos murieron en Gusen y otro sobrevivió a la liberación del campo de concentración nazi. También hubo maquis que se echaron al monte, no por allí porque es terreno llano de vega, sino por la Sierra Sur cerca de Málaga desde donde algunos lugareños se acercaron al pueblo y provocaron como represalia la detención de sus familiares. 'Podría decirse que el maquis repercutió en la comarca, como cuando fue secuestrado y atracado el conde Miguel Sánchez Dalp y a consecuencia de ello fueron fusilados en la plaza del pueblo de La Rinconada dos lugareños en los años 40, tras un juicio rápido que los condenó sin que hubieran tenido nada que ver en los hechos'.
Ramón Barragán se detiene también en la larga secuencia de redadas que se producían en los pueblos de la comarca del Canal. 'La más gorda fue en 1960, cuando cayeron 140 militantes de toda la provincia, desde Peñaflor a Utrera, pasando por Dos Hermanas, Alcalá y San José de La Rinconada. Once de ellos fueron condenados a 6 años de cárcel'. También en el tardofranquismo de los años 70 cayeron militantes comunistas con responsabilidad política provincial y regional, 'que estuvieron en la cárcel hasta 15 días después de la muerte de Franco'.
'La gente pasó mucha hambre, comían las hierbas del campo que a veces producían enfermedades'A las persecuciones y la constante vigilancia policial había que añadir las durísimas condiciones de vida en una zona latifundista por excelencia como esta, 'donde la gente pasó mucha hambre, comiendo las hierbas que encontraban por el campo que en ocasiones producían enfermedades porque no eran comestibles'. Por si fuera poco, muchos miles malvivían en chozas que se levantaban en los alrededores de los pueblos como Brenes, Cantillana o Alcalá del Río. Los años 40 y 50 fueron ' veinte años perdidos' según el autor, que considera la autarquía como 'una gran mentira, ya que lo que se producía no daba para consumir. Fue un tiempo de hambre, sudor y lágrimas, que no llegó a más por la emigración'.
La válvula de escape de la salida al extranjero en busca de trabajo fue en la parte occidental un proceso algo más tardío que en la Andalucía oriental. 'Se pasó de la sobreexplotación de los años 40, que era otra forma de represión, a la emigración forzosa —vete de aquí, que ya no te necesitamos—, después de haber hecho la reforma agraria franquista al servicio de los terratenientes a través de la modernización agrícola y la mecanización'.
Sin embargo, aquellos emigrantes que cruzaron los Pirineos no sólo llevaron en sus rudimentarias maletas la poca ropa que tenían y alguna tripa de salchichón, sino también una amplia dosis de rebeldía. 'La mayoría se van fuera y siguen luchando y otros terminan de adquirir conciencia política en el extranjero, aunque en el caso de Alemania tenían que andarse con ojo y seguir trabajando clandestinamente porque allí el Partido Comunista era ilegal'.
'De la clandestinidad a la libertad conquistada' cuenta mucho más que este breve resumen. Por supuesto que narra lo que nunca contó el NODO, aunque el Noticiero franquista cinematográfico sí dedicó amplia cobertura a la visita de Evita Perón a España, pero seguro que nunca contó la verdad de la histórica presencia de la primara dama argentina a una finca de La Rinconada para entregar a colonos unos títulos de propiedad que al final eran falsos, como demuestra Ramón Barragán en su detallado y prolijo relato sobre la dura realidad cotidiana del mundo rural jornalero durante el franquismo en la Andalucía latifundista del Bajo Guadalquivir.
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