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Isabel Agatón: "El 'feminicidio' se puede prevenir y se debe evitar"

La jurista y escritora colombiana mantiene una lucha en el parlamento de su país de origen para introducir una ley contra el 'feminicidio'. Un lugar donde las ONG denuncian que tres mujeres al día son asesinadas por esta causa

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La Casa Encendida acoge esta semana varios talleres y coloquios sobre un término aún bastante desconocido en España pese a la magnitud del fenómeno que entraña: el feminicidio.  Un concepto que todavía no aparece en el diccionario de la RAE pero que ya está contemplado en sentencias y códigos penales internacionales. Especialmente, en los países del llamado corredor del narcotráfico, donde este tipo de "violencia extrema contra la mujer, por el hecho de serlo" acaba con miles de ellas cada año. Público ha charlado con una de las ponentes, la jurista y escritora Isabel Agatón Santander. Esta activista colombiana mantiene una lucha en el parlamento de su país de origen para introducir una ley contra el feminicidio. Un lugar donde las ONG denuncian que tres mujeres al día son asesinadas por esta causa; y donde, en la mayor parte de los casos, los homicidas utilizan estas muertes como armas para amedrentar a otras mujeres y niñas.

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El feminicidio continúa siendo un gran desconocido en muchos países, sobre todo en Occidente. Es violencia contra la mujer, pero ¿De qué tipo de agresiones estamos hablando?

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Las Naciones Unidas define este término como "el asesinato de las mujeres por el hecho de serlo". Es una de las más sangrientas y visibles. Suele estar precedido de violencia sexual  y otros hechos que atentan contra la dignidad de la mujer, tanto por parte de agresores conocidos como desconocidos.

Se habla del término feminicidio para referirse especialmente a los casos de muertes violentas de mujeres en los países latinoamericanos conocidos como el corredor del narcotráfico. ¿Qué circunstancias se dan allí para que la escalada de violencia machista sea tan elevada?

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Esta zona -que va desde Colombia hasta Estados Unidos, pasando por Guatemala y El Salvador- pese a que se llama así, porque ciertamente se da un elevado índice de tráfico de drogas, también se trafica con armas y, lo que es peor, con personas."Se legitima el uso del cuerpo de las mujeres como arma de guerra entre las bandas del narcotráfico"      

En zonas de conflicto armado, como en Colombia, se exacerban aún más. Se utiliza el cuerpo de la mujer como arma de guerra para amedrentar a los actores de las bandas opuestas. En mi país, por ejemplo, se contabilizaron 1444 feminicidios. De éstos, 125 fueron por agresor conocido y los demás por agresor desconocido. Los países con mayores índices de feminicidio en el mundo son El Salvador, Guatemala y Colombia. Allí se legitima el uso del cuerpo de las mujeres también como arma de guerra entre las bandas del narcotráfico. Es decir, en esos países se legitima una cultura de la impunidad tanto del feminicidio como de la trata de personas y de estupefacientes. Son lugares en los que estas prácticas se ven como algo normal. 

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También en Europa estamos viendo cómo el número de mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas está lejos de descender.

Sí, por supuesto, también se da en Occidente. Aunque en Europa se dan cifras inferiores y en circunstancias diferentes. Concretamente, en España se habla de entre 65 y 70 casos en lo que va de año en donde el feminicida es, generalmente, el compañero, el esposo o el exesposo. Normalmente, se presenta en el ámbito de la violencia doméstica. Tampoco aquí está penalizado, sino que es una conducta agravada. Ocurre justo lo contrario que en Colombia. Los países del corredor del narcotráfico se convierten en un lugar geográfico y estratégico por el que es necesario pasar para trasladar la droga hasta Estados Unidos. Sólo en El Salvador, Guatemala y en Argentina está penado por la ley. En Argentina, pese a que éste no se hace parte en el corredor del narcotráfico, la pena es de prisión perpetua. Y luego está el caso de Chile donde el feminicidio está penalizado desde un punto de vista más restrictivo, se considera parricidio.

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¿Cuál fue la gota que colmó el vaso y que impulsó a estos países a legislar contra el feminicidio?

Costa Rica fue el pionero en luchar contra el feminicidio, incluyó este término en la ley en 2007 y después fue el Distrito Federal de México en 2008, a raíz de todos los hechos de Ciudad Juárez. En este país se llevaban produciendo feminicidios en cientos de mujeres aunque, por fin, ese año se consiguió llevar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos el caso de 'campo algodonero'. Fue a partir de este fallo de la Corte cuando se definió por primera vez en un tribunal el feminicidio y se declara una responsabilidad al Estado, que lo convierte en culpable por tolerancia e impunidad. Como digo, es la primera vez que a través de un litigio internacional se le da la posibilidad a la Corte para que hable del tema del feminicidio y lo defina "como el asesinato de las mujeres por el hecho de serlo". Aunque lo más importante fue que evidenció y sacó a la luz los prejuicios que hay en torno a este término con el que los abogados se enfrentaron en aquel caso. Muchos, atribuyeron la responsabilidad a las mujeres y achacaban sus desapariciones, vejaciones sexuales y los posteriores asesinatos a que ellas trabajaban hasta tarde en las maquilas (fábricas) y salían de noche.

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La Corte, además de definirlo y de indentificar los prejuicios, declara que hay un patrón generalizado de impunidad. Y eso es muy importante para los países de la región de las Américas porque se constituye en un precedente que obliga a los Estados a adoptar medidas para prevenir estos casos a nivel nacional. Otro aspecto relevante que se concluyó tras los sucesos de feminicidio en Brasil, el de 'campo algodonero' y el María Peña Fernández, es que los feminicidios son previsibles y evitables. Se pueden prevenir y se deben evitar.

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Sí, desgraciadamente es así. Aunque, precisamente, el derecho tiene la misión de adelantarse a los hechos. El derecho visto como ciencia debe  predecir para prevenir. Desafortunadamente, los casos que hemos visto, son aquellos en los que se legisla como acto reactivo, es decir, ocurren los hechos e inmediatamente sale una nueva legislación. Excepto en Colombia que, pese al elevado número de sucesos de feminicidio, aún no ha habido la voluntad política para que se penalice."En Colombia, un hombre puede matar a una mujer y regresar a su casa o pagar una pena de prisión 5 años y tener la custodia de sus hijos"

Estamos desarrollando una gran lucha para cambiar esto. Porque estamos seguras de que si las leyes de violencia contra las mujeres hubieran sido eficaces; si los jueces y políticos hubieran adquirido realmente un compromiso con la eliminación del feminicidio; si pusiéramos en marcha dispositivos sociales y culturales pendientes de prevenir, seguramente no estaríamos legislando para penalizar el feminicidio. Todos los hechos ocurridos en La India, en Brasil, en Colombia y en Argentina ya vienen a exigir una medida reactiva del Estado. En este sentido, el derecho está reaccionando a posteriori y no a priori, que es como debería ser.

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¿Qué supuso el caso de Rosa Elvira Cely en la lucha contra el feminicidio?

Fue una mujer bogotana, vendedora ambulante, madre de una niña de 14 años que fue violada, torturada y empalada por su compañero de trabajo que la llevó a un parque y cometió toda esta serie de atrocidades contra su vida, su honra y su libertad. A partir de ese momento dijimos que era necesario penalizar el feminicidio. Ni una Rosa Elvira más. Su asesinato se produjo en la ciudad de Bogotá, en la capital de Colombia, en un parque céntrico. Ella llamó a pedir auxilio a la policía, pero llegaron dos horas después. Esto es algo que se debe achacar a la irresponsabilidad del Estado. El caso de Rosa Elvira Cely encarna la violencia contra las mujeres en mi país. Estado debe prevenir, sancionar y remediar estos hechos de violencia y con este proyecto de ley lo que queremos es penalizar el feminicidio para eliminar la posibilidad del acuerdo y preacuerdo en los juicios. Gracias a ellos un hombre puede matar a una mujer y regresar a su casa o pagar una pena de prisión cinco años y tener la custodia de sus hijos. Por eso, decidimos emprender una lucha con el fin de eliminar estos beneficios y presentamos el proyecto de ley contra el feminicidio que lleva su nombre en el título. Porque queremos aumentar las penas de los asesinos, eliminar la patria potestad para éstos y que sean inhabilitados en el ejercicio de los cargos públicos.

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¿Creen que saldrá adelante? ¿Contra qué muros están chocando?

"Una ley contra el 'feminicidio' no va a acabar per se con estas atrocidades, pero sí transmite un mensaje: la vida de las mujeres no se toca"

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El muro es claramente una falta de voluntad política. No hay una suficiente concienciación de que cualquier tipo de violencia contra la mujer es una violación de los derechos humanos. Creo que el derecho, el Estado y las instituciones tienen una responsabilidad muy grande en el hecho de que hoy no se conozca el feminicidio como tal. En cualquier lugar del mundo en el que hubieran torturado y asesinado a 1.444 sindicalistas, personas afrodescendientes, obreros y obreras o estudiantes el Estado hubiera reaccionado de otra manera diferente. Pero como estamos hablando de mujeres asesinadas, al Gobierno colombiano no le importa. Eso implica una gran distancia entre los compromisos que asume al firmar los tratados internacionales y la realidad en un país como el nuestro. También sabemos que la aprobación de una ley contra el feminicidio no va a acabar per se con estas atrocidades, pero sí está transmitiendo un mensaje: La vida de las mujeres no se toca y es tan valiosa como la vida de todos los demás. No condenar y penalizar el femincidio en cualquier país -y aún más en un Estado como Colombia- implica ser cómplices con la impunidad. Es una forma de decir que aquí se puede matar a las mujeres porque no va a pasar absolutamente nada.

¿Es la información es otra forma de lucha?

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Sí. Es muy importante reconocer la iniciativa de la Asociación de Mujeres de Guatemala, en especial la de Mercedes Fernández, y también el esfuerzo de La Casa Encendida. Precisamente, porque conocer es el primer paso para transformar. Todo lo que se ha expuesto aquí en estos coloquios pone en relieve una realidad que había pasado invisible ante los ojos de los responsables de adoptar políticas públicas y normativas para sancionar estos atentados contra la mujer. Además, los activistas tenemos también una gran responsabilidad con este hecho de transformar porque implica ponerlo en el escenario, en la esfera pública, en la esfera del discurso académico y cuestionar al derecho.

¿Cuáles son los siguientes pasos y qué queda por hacer para erradicar, o al menos frenar, el feminicidio?

En Colombia queremos llegar a fortalecer los esfuerzos para que el proyecto de ley llegue a ver la luz. Por supuesto, seguiré con la militancia activa y crítica. Pretendemos seguir siendo capaces de cuestionar la complicidad del derecho y de los jueces y continuar arando en caminos que aún están desiertos, como en el Congreso colombiano. La lucha se ve fortalecida con ese diálogo en foros que, como el de hoy aquí, en España, mantenemos con otros países. Por último, desde mi trabajo como docente en la Facultad de Derecho, pienso que tengo una responsabilidad importante porque esos estudiantes a los que hoy me dirijo serán jueces en el futuro. Y es en ellos en los que yo guardo mi mayor esperanza.

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