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Irlanda presenta el Tratado internacional que prohíbe las bombas de racimo

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El Gobierno irlandés presentó hoy el texto oficial del tratado internacional que prohíbe las bombas de racimo, acordado el pasado miércoles en Dublín por más de cien países.

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El ministro irlandés de Asuntos Exteriores, Micheal Martin, entregó a los representantes del Gobierno noruego una copia del nuevo tratado, que será ratificado por los 111 países firmantes en una ceremonia que se celebrará en Oslo el próximo dos de diciembre.

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El tratado "prohíbe, bajo cualquier circunstancia, el uso, desarrollo, fabricación, adquisición y almacenamiento" de las bombas de racimo, al tiempo que refuerza la asistencia a las víctimas, la mayoría civiles.

Los países firmantes y la Coalición contra las Bombas de Racimo (CMC), que agrupó a más de 200 organizaciones no gubernamentales (ONG) durante las conversaciones de Dublín, han calificado el tratado de histórico, a pesar de que los principales productores y usuarios (EEUU, Rusia, China e India) no lo han suscrito.

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El "Moviment per la Pau" (Movimiento por la Paz), participante en las negociaciones, consideró positivo "el amplio consenso alcanzado" porque "estigmatizará este tipo de armamento y condicionará también el comportamiento de aquellos que no lo firmen".

"La contundencia del texto permite asegurar que a partir de ahora estas armas quedan sometidas a una condena moral que hará mucho más difícil su uso", afirmó su coordinadora, María Josep Parés.

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Por contra, el Gobierno español, así como la mayoría de los países que pertenecen a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), han destacado la inclusión en el tratado del concepto de "interoperabilidad".

De esta manera, "los Estados firmantes y su personal militar pueden cooperar y participar en operaciones militares con Estados no firmantes", según establece el artículo 21 del tratado.

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Para la CMC, esta excepción desvirtúa ligeramente su objetivo final, la prohibición total, pero esa organización y la mayoría de los Gobiernos confían en que se repita el efecto del Tratado de Ottawa de 1997 sobre minas antipersonas, que tampoco fue ratificado por EEUU.

La presión ejercida sobre Washington desde entonces por sus aliados ha modificado radicalmente su política sobre el uso de ese tipo de armas, hasta el punto de que ya no las utiliza.

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El tratado sobre bombas de racimo, que entrará en vigor seis meses después de que lo hayan ratificado al menos 30 países, también recoge medidas y plazos para la destrucción de arsenales, asuntos que deberán resolverse lo antes posible y nunca después de ocho años a partir de su ratificación.

Las bombas de racimo consisten en una bomba "contenedor" que se lanza desde tierra, mar o aire, y que al abrirse durante la trayectoria deja caer en dispersión cargas explosivas.

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