Las inyecciones de liquidez ayudan a Wall Street a recuperar parte del terreno perdido
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La acción coordinada de los mayores bancos centrales del mundo ayudó a que Wall Street se recuperara hoy parcialmente de su peor sesión desde el 11-S, y cerrara con subidas una nueva jornada de nerviosismo y caos en el parqué neoyorquino.
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El cierre en positivo de Wall Street fue, junto al de Madrid, una de las pocas excepciones en un día de abultados números rojos en los mercados financieros.
Si durante el "lunes negro" de la pasada sesión el protagonista indiscutible fue el banco de inversión Lehman Brothers, que tiró la toalla y anunció la mayor bancarrota en la historia de EE.UU., hoy la atención la acaparó AIG, hasta ahora la mayor aseguradora del mundo.
En el mercado existe la impresión de que esa firma será la próxima en sucumbir a los efectos de una crisis que, aunque desatada hace un año, se está cobrando ahora las víctimas más notorias.
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Los títulos de AIG llegaron a negociarse en Nueva York a 1,25 dólares, lo que supone un descenso del 73,7% respecto al cierre del lunes. Ese día, la aseguradora fue la que proporcionalmente más cayó del Dow Jones, al anotarse una bajada del 60%.
Estos descensos son tan abultados, debido en parte a que el valor de los títulos es ya muy bajo y cualquier caída se acentúa enormemente al hallar el porcentaje que supone.
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En cualquier caso, AIG vale ahora quince veces menos que al comienzo del año y, aunque parezca mentira, el descenso del 21% con que finalmente cerraron sus acciones se interpreta en el mercado como un éxito relativo.
Muchos expertos pronosticaban para este día un absoluto derrumbe de AIG, especialmente después de conocerse que las tres mayores agencias de calificación (Standard & Poor's, Moody's y Fitch) han rebajado sus clasificaciones y que se calcula que necesita una inyección de unos 70.000 millones de dólares.
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A templar los ánimos ayudaron los mensaje de confianza transmitidos por la propia compañía y desde otros frentes, asegurando que podía conseguir capital para sanear sus cuentas.
Rumores relativos a que la Reserva Federal (Fed) podría estar dispuesta a facilitarle financiación contribuyeron en ese sentido, así como el apoyo explícito del gobernador de Nueva York, David Paterson, y el regulador estatal del sector asegurador, que autorizó a la compañía a 'autoprestarse' 20.000 millones de dólares de sus filiales.
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Sin embargo, Paterson también dijo a la cadena de televisión CNBC que la aseguradora tiene "un día" para resolver sus problemas y reconoció que su colapso sería "catastrófico" para el mercado.
Los nervios que tanto están aflorando estos días en Wall Street encontraban también cierto sosiego en la bajada de casi el 5% del precio del petróleo y, sobre todo, en las multimillonarias inyecciones de liquidez por parte de los bancos centrales europeo y estadounidense (BCE y Fed), entre otros.
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La Fed aportó 70.000 millones de dólares al sistema bancario para permitir que los bancos tengan más dinero para prestarse entre sí, lo que se suma a una cantidad similar inyectada el lunes y supone la mayor aportación de liquidez desde las acometidas luego de los atentados del 11-S.
Aún así, el interés al que se prestan dinero los bancos de un día para otro supera el 10%, cinco veces más que la referencia fijada por la Reserva Federal hace cinco meses y confirmada hoy, por temor a que una nueva bajada propicie un aumento de la inflación
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El BCE también inyectó 70.000 millones de euros, después de aportar 30.000 millones el día anterior, al tiempo que en Banco de Inglaterra ingresó otros 20.000 millones de libras esterlinas y el de Japón 2,5 billones de yenes.
Todo ello ayudó a templar unos nervios que, sin embargo, siguen a flor de piel, muy sensibles a lo que ocurra en el sector de servicios financieros y en concreto en un grupo de empresas que estará esta semana en el ojo del huracán, luego del derrumbe de Lehman Brothers y la venta de Merrill Lynch para evitar algo parecido.
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Así, la atención la centra AIG, pero también Washington Mutual, la mayor caja de ahorros y préstamos de EE.UU,, y el banco de inversión Goldman Sachs, que anunció una reducción del 70% de su beneficio del tercer trimestre.