Los referéndums no fomentan la participación ciudadana en la política, puesto que en ellos hay un menor nivel de participación que en las votaciones electorales. No favorecen la aparición de discursos propios de la sociedad civil, puesto que las campañas suelen estar monopolizadas por los partidos políticos. Ni siquiera son siempre una alternativa más democrática que la democracia representativa, puesto que se corre el riesgo de imponer una 'tiranía de la mayoría'.

Sin embargo, en ocasiones se convierte en un recurso 'inevitable' para 'desbloquear una demanda ciudadana' y permitir que las 'instituciones sigan siendo interlocutores legítimos'. Estas son las conclusiones a las que han llegado los autores del libro ¿Cómo votamos en los referéndums?, presentado este martes en la Centro Cultural Blanquerna de Madrid y promovido por la Fundación Alternativas.

'En España los ciudadanos no confían en la clase política y apuestan más por sí mismos para tomar decisiones'En la investigación, los autores han destacado que en España existe un 'intenso deseo de participar en un referéndum' que no se corresponde con otras zonas del norte de Europa, tal y como ha explicado Braulio Gómez, coautor del libro e investigador de la Universidad de Deusto. 

'En el Estado español los ciudadanos no confían en la clase política y apuestan más por sí mismos para tomar las decisiones', ha expuesto Gómez, que ha constatado que este deseo es especialmente intenso en Catalunya y Canarias, apoyado en la autodeterminación soberanista y la impopularidad de las prospecciones petrolíferas, respectivamente. 

El grupo de investigadores ha analizado los referéndums que se han dado en España desde la llegada de la democracia, comprobando que en las consultas directas a la ciudadanía a menudo entran en conflicto las consideraciones racionales con las emocionales, como el reconocimiento de la identidad regional o el 'seguidismo' a líderes carismáticos. 

En este caso Ignacio Sánchez-Cuenca, profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III ha destacado el referéndum de la OTAN, en el que Felipe González realizó un 'chantaje emocional' para guiar a la ciudadanía en la dirección que él deseaba, 'un juego sucio, aunque dentro de las reglas', ha aseverado.