De Granada a Benicàssim en 36 horas de nervios, ping pong y un Buddy Holly'
Lory Meyers. Por Noni, cantante
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Seis de julio, Granada, 9.30. Salimos desde nuestro habitual punto de encuentro, un garaje de autobuses de un amigo. Nuestras salidas empiezan igual a la de todos los grupos: con retraso.
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Salimos sin prisa y un día antes, son cinco horas y pico hasta el FIB, pero hay que hacer entrevistas y así aprovechamos para ver algún grupo. La furgoneta ya está en marcha y empieza la charla, aunque rápido llega el momento iPhone. Un momento tecnológico que goza de varias etapas, una es la interrelación de los componentes por chat, sobre todo mandando fotos retocadas, otra Twitter, Facebook o los mails, y, cómo no, los juegos que tantas horas comen de furgo: uno cutre de Miguel que nadie entiende y una rara versión de ¿Quién quiere ser millonario?, que mancillamos a base de Wikipedia. ¡Gran invento este cacharro, Steve! Escuchar música, leer, ingerir cerveza, Red Bull y sándwich de gasolinera también forman parte del viaje.
"En la prueba de sonido pasamos el rato ojeando el equipo de otros grupos, comparando nuestro remolque con los tráilers de los extranjeros"
Paramos a comer. Casi siempre es arriesgado comer en bares de carretera, pero siempre hay una salida en este tipo de tugurios, el Buddy Holly, o lo que es lo mismo: huevos, patatas y un filete.
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Llegada a Benicàssim. Dejamos las maletas en el hotel raudos y veloces para coger acreditación y hacer entrevistas. Ya nos emocionamos: la gente, la playa y a lo lejos los destellos de las luces del escenario grande dan la bienvenida. Huele especial y los nervios de mañana afloran en el estómago, pero pasan rápido porque al entrar al recinto vemos a muchos amigos. Sin nervios la cerveza entra mejor y la retocada zona VIP del festival facilitó que nos pudiéramos sentar y disfrutar en primera fila de pantalla con The Strokes y más grupos. Con más rabia que otra cosa nos fuimos al hotel porque teníamos que descansar. En la habitación, pensamos en mañana.
En la prueba pasamos parte del rato ojeando el equipo de otros grupos, comparando nuestro remolque con los tráilers de los extranjeros. La prueba de sonido comienza y comprobamos la potencia y calidad del equipo, quedamos conformes y nos bajamos para almorzar en el bufé del festival. Después nos vamos un rato al hotel, vestirse y para el FIB.
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Nos disponemos a salir, actuaremos sobre las 21.30 horas, pero los atascos y las entrevistas nos obligan a irnos pronto. En la entrada, todo el mundo vuelve de la playa y nosotros nos adentramos en el camerino. Una de las entrevistas es jugando al ping-pong para MTV, que deja ver quiénes fueron tenistas en una vida anterior. Terminado esto nos dirigimos de nuevo al camerino y empieza el momento zen: Alfredo y Antonio son grandes conocedores de la percusión minimalista con botellas y magnesio, Ale y Miguel Martín hablan de partes de canciones, Miguel López espera a última hora para vestirse con el consecuente enfado de Cancho y yo empiezo a dar paseos presidiarios de dos metros. Os dejo, que llega el momento de salir al escenario, suena la intro, nos abrazamos y a disfrutar...