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Goles de la nada contra el único dios

El Madrid no juega a nada pero tiene gol; el Barça tiene a Messi

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El Madrid no juega a nada. Ya lo confiesa hasta Pellegrini, que hace diez minutos proclamaba que estábamos ante la mejor versión blanca de los últimos 15 años. Pero no le importa. No necesita el juego para saltar de tres en tres en esta Liga de dos. Tiene gol, mucho gol, y eso es más que suficiente para andar por casa. Una capacidad insultante para encontrar puerta de la nada, del acoso o de la sorpresa, del balón parado o del arrebato individual, de una triangulación, de un rechace o de un balón a la olla. Con ayuda o sin ella. Tiene gol y punto.

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Ya sabe que eso no vale en Europa, su inconsolable frustración, pero sí en territorio propio. Ni la depresión post Lyon le mueve de su discurso. Gol, gol y gol. No conoce otro idioma. En medio del aburrimiento, del juego plano, de la irritación de la grada, de un marcador en contra, de repente se despereza, suelta dos guantazos y llega al fondo de la red. Por eso sigue en lo alto de la tabla, sin rasguños.

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A fallback.

El Barcelona tiene algo más de juego, pero tampoco demasiado puesto frente a una comparación consigo mismo. No es el Barça del otro curso, aunque sí bastante mejor que todos sus adversarios. No tiene tampoco el gol del Madrid. Pero no le importa. Tiene a Messi, el mejor futbolista del mundo, y además en estado de gracia. Ha marcado ocho goles en una semana. Golazos en la mayoría de los casos. Alguno estratosférico, como el segundo en Zaragoza. Y con Messi iluminado, sobra. No le para ni un flemón. Y encima humilde (le regaló a Ibra, el compañero negado, un penalti que le pertenecía, lo que nunca habría hecho Cristiano, la gran diferencia). Messi es el único dios.

Así que el Bernabéu se reserva el veredicto. Ya sonaba el primer día más a promesa que a pronóstico, a certeza que a intución: el Madrid-Barça del 11 de abril juzgará la Liga. No hay equipo que se atreva a meter baza. Así que sin necesidad de juego, el uno con mucho gol y el otro con muchísimo Messi, ambos saben que llegarán intactos al gran día para resolver el asunto por su cuenta. En tres semanas.

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