El Gobierno de Pakistán, bajo presión tras el letal atentado
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El Gobierno de Pakistán se vio sometido el sábado a nuevas presiones para llevar estabilidad al país, después de que uno de los atentados más letales en dos años dejara al menos 89 muertos.
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El atentado del viernes en un partido de voleibol sugiere que los talibanes se están centrando en grandes multitudes de civiles para provocar el máximo número de víctimas y difundir terror, en lugar de atacar objetivos complejos como las fuerzas de seguridad.
La explosión pondrá los esfuerzos de Pakistán para frenar a los extremistas bajo un mayor escrutinio y provocará alarma en Washington, que ve a Pakistán como un Estado clave en el frente de batalla contra los talibanes en Afganistán.
El primer ministro, Yusuf Raza Gilani, dijo que Pakistán, un país dotado con armas nucleares, se enfrenta a lo que calificó como terroristas que pretenden crear pánico y temor.
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"Hemos dicho al mundo que tenemos capacidad y resolución y queremos eliminar el terrorismo, pero debemos reforzar nuestra capacidad. Y todo el mundo ha estado de acuerdo en que la capacidad de Pakistán debería reforzarse", comentó a los periodistas.
Un día después de que los extremistas hicieran estallar un todoterreno en el campo de voleibol de la aldea de Shah Hasanjel, en el noroeste del país, equipos de rescate y vecinos de la zona seguían buscando víctimas.
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"Creemos que aún hay más cuerpos sepultados entre los escombros y la cifra de muertos podría aumentar", dijo Zahid Mohammad, un campesino que estaba entre las decenas de personas que ayudaban a los equipos de rescate.
"La gente está excavando entre los escombros con las manos y palas y no hay maquinaria pesada para ayudarnos. Es simplemente patético", agregó.
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El presidente, Asif Ali Zardari, está bajo presión de diversos frentes, tanto en casa como el extranjero. Está enfrentado con el poderoso Ejército de Pakistán, que decide sobre las políticas de seguridad, y sus colaboradores podrían afrontar nuevas acusaciones de corrupción.
"(La violencia) está aumentando la presión sobre Zardari y brinda más oportunidades a sus rivales para atacar a su Gobierno", dijo el analista político Hasan Askari Rizvi.
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"El Gobierno necesitará una cierta perspectiva a largo plazo en el sentido de que tendrán que fortalecer la seguridad interna, que fue descuidada en el pasado porque nunca pensaron que las cosas podrían ir tan mal", agregó.
Subrayando el descontento público con la creciente ola de violencia, la sureña ciudad de Karachi, la mayor del país y su capital comercial, fue escenario de huelgas el viernes.
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Los paros fueron convocados por líderes políticos y religiosos después de que un suicida causara el lunes 43 muertos en una procesión religiosa. Los talibanes se atribuyeron la responsabilidad del atentado y amenazaron con más violencia.