El historial de discrepancias entre Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, que se remonta a 2002 —'está por ver que tenga un proyecto con contenido e ideas'—, dijo entonces el ex presidente de su sucesor, se explica sustancialmente en términos generacionales, con lo que esto implica de diferente mentalidad por el tiempo en que a cada uno le ha tocado vivir y gobernar, aunque también por sus distintos caracteres personales e interpretaciones de la política, a juicio de diversos dirigentes socialistas consultados por Público.
Lo novedoso del último desencuentro público no han sido las collejas del ex presidente, sino la reacción de Zapatero, que el miércoles, por primera vez, le enmendó la plana públicamente. Desde 2002 han transcurrido siete años y Zapatero ha acreditado su liderazgo con dos victorias electorales. Si siempre fue autónomo, se ha hecho definitivamente mayor.
González y Zapatero se esforzaron ayer, a través de portavoces oficiales, en restar toda trascendencia a su choque público y en subrayar que sus relaciones son 'normales y cordiales'. El presidente había señalado a mediodía en Cuatro que 'nunca se ven igual las cosas cuando se está en el Gobierno y cuando se está fuera' en respuesta a un ristra de críticas de González: falta de un plan contra la crisis, reproches a la campaña del 7-J, oposición al cierre de la central nuclear de Garoña y falta de liderazgo en la UE. Horas después, durante una conferencia en Canarias, González lanzaba una nueva andanada al advertir de que, aunque la crisis ha tocado fondo, 'podemos arrastrarnos por el suelo durante diez años', como Japón, si no se hacen reformas.
Fuentes próximas a González atribuyeron la responsabilidad al mensajero. 'Si se quita el condicional a sus palabras, se le da otro sentido. Él no dice que España se vaya a arrastrar por el suelo, sino que eso puede ocurrir 'si' no se adoptan reformas estructurales, y algunas se están haciendo y otras no. Tampoco criticó la campaña electoral del PSOE, sino la de los socialistas europeos...'.
González, según aseguran estas fuentes, 'no había escuchado la entrevista de Zapatero', por lo que no cabe concluir que estuviera respondiéndole. Portavoces de ambos coinciden en que no necesitan enviarse recados porque 'cuando tienen discrepancias, que son lógicas, las hablan en privado', y su colaboración va más allá de lo que trasciende por la índole de los asuntos.
Prueba de que no se ha producido una ruptura en su relación es que, según ha podido contrastar Público, cenaron juntos en La Moncloa pocos días antes del comienzo de la campaña del 7-J, en la que el ex presidente intervino en una docena de actos, con una actitud de colaboración 'exquisita' a juicio de Zapatero. Aunque también es cierto que ni se ven ni se hablan con tanta frecuencia como cuando el presidente era sólo líder de la oposición.
Pero entre las nuevas generaciones socialistas que configuran el entorno de Zapatero hay un creciente cansancio con la 'falta de generosidad' de González hacia su sucesor, que contrasta con la actitud que éste mantiene hacia él. Si Zapatero no deja pasar ocasión de ensalzar su contribución a la modernización de España, González siempre tiene algún 'pero'. Así lo comentaron entre ellos algunos veteranos que asistieron a sus mítines de la última campaña, para concluir que todo se resume en que 'Felipe se ha situado por encima del bien, del mal y de la Historia'. Pero entre las nuevas generaciones, que se afiliaron al PSOE cuando comenzaba su declive y 'dimos la cara por él y le seguimos reivindicando', cunde el cansancio y hasta la irritación ante comentarios que, consciente o inconscientemente, hacen sietes en el traje de Zapatero.
González, como todo ser humano, es prisionero de su mochila. Él se enfrentó a los sindicatos para reformar las pensiones, pero gozaba de una mayoría absoluta en el Congreso que nunca ha tenido Zapatero, lo que explica sus diferencias sobre la forma de afrontar la crisis. Además, a juicio González, el plan contra la crisis tiene que ser europeo, pero el liderazgo que cuatro dirigentes podían imponer en la UE a quince, cuando él era presidente, no es posible en la actual de 27, a juicio de Zapatero.
González tampoco tuvo reparo en olvidar el programa electoral del PSOE para meter a España en la OTAN, mientras que Zapatero defiende a pies juntillas que 'los programas se hacen para cumplirse', lo que explica su desencuentro sobre Garoña.
González era un líder carismático y Zapatero antepone su talante de 'demócrata', lo que para el ex presidente es 'hipertacticismo'. Si la vieja guardia acusa de adanismo a Zapatero, las nuevas generaciones socialistas opinan que González se comporta como aquel que cree que el mundo se paró el día en que él se bajó.
A cada crítica pública sucede una conversación explicativa. Zapatero comentó ayer en tono distendido que tiene 'una conversación pendiente con Felipe sobre Garoña'. Hasta la próxima.
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