Por Simon Evans
La selección de fútbol de Estados Unidos usó todos sus recursos ante una cerrada Argelia sin obtener nada en 90 minutos y, sacando fuerzas de alguna parte, terminó siendo un heroico vencedor en su último intento por seguir construyendo su destino en el Mundial de Sudáfrica.
El gol de Landon Donovan en el tiempo de descuento provocó escenas de inusual y espontánea emoción en la tribuna y en el campo del estadio Loftus Versfeld mientras Estados Unidos vencía 1-0 a Argelia y se clasificaba para los octavos de final como líder del Grupo C.
Lo que a los estadounidenses les falta en creatividad y astucia definitivamente lo compensan de sobra con su ritmo de trabajo, esfuerzo y una muy evidente negativa a rendirse.
Las limitaciones del equipo de Bob Bradley habían sido bastante evidentes durante un tenso y agotador encuentro, en el que una decidida Argelia sabía que un triunfo podía ayudarla a clasificarse a octavos de final.
Las ocasiones perdidas, los pases mal realizados y una falta de compostura y estado físico, hicieron que Estados Unidos usara la perseverancia para penetrar la defensa argelina, que se mantenía firme.
Pero por tercer partido consecutivo, la negativa a rendirse de Estados Unidos, su insistencia y esfuerzo lograron darle un resultado que, aunque en teoría debería haberse esperado, será recordado durante muchos años como un gran triunfo.
Contra Inglaterra en su primer partido, los estadounidenses iban perdiendo por un gol pero lograron recuperarse para igualar el marcador 1-1.
Luego contra Eslovenia, perdían 2-0 en el mediotiempo pero regresaron y lucharon hasta empatar 2-2.
Ese partido terminó con un polémico gol anulado que, si no hubiese sido invalidado, habría dado a Estados Unidos la victoria. Además hubo otra controversia en el tercer partido cuando Clint Dempsey llevó el balón a la red pero fue anulado después que el juez de línea levantara el banderín.
Algunos equipos podrían haber perdido la concentración tras dos fallos en su contra y otros habrían caído en la autocompasión y se rendirían abatidos tras un remate de Jozy Altidore que se fue demasiado alto cuando tenía la portería a su disposición.
También muchos jugadores habrían sacudido la cabeza incrédulos cuando un remate en el segundo tiempo de Dempsey pegó en el travesaño y el posterior rebote se fue desviado.
Pero los chicos de Bradley se arremangaron la camiseta, persiguieron el balón y lo volvieron a intentar una y otra vez.
Donovan, quien fue poco efectivo durante gran parte del partido, encontró en el descuento el impulso para comenzar un último contraataque y la energía suficiente para conseguir el gol de la victoria.
"Lo único que puedes controlar es seguir intentándolo", dijo un emotivo Donovan después del partido.
Pero la verdad es que seguir intentándolo sólo es realmente posible cuando se tiene fe y si se tiene a un equipo convencido que sin importar lo mal que parezcan ir las cosas, se puede hallar una forma para ganar.
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