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Las empresas suplen con recortes salariales la escasez de crédito

El dinero prestado por la banca española ha caído más del 30% desde 2010, dificultando la mejora de la competitividad. En el mismo periodo, la retribución global de los trabajadores bajó un 10%

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Pese a las ingentes cantidades de dinero público invertidas en su saneamiento, la banca sigue sin contribuir a la mejora de la posición exterior de las pequeñas y medianas empresas españolas. Como consecuencia de la falta de financiación, todas las ganancias de competitividad han sido a costa, hasta ahora, de la devaluación interna derivada del progresivo recorte de los salarios.

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Los últimos datos facilitados por el Banco de España son elocuentes: el saldo vivo del crédito a las empresas del conjunto de las instituciones financieras ascendía a 1.090.000 millones de euros al cierre del tercer trimestre del año pasado. Es decir, 212.773 millones menos (un 16%) que en 2010, cuando se desencadenó en la Unión Europea con toda su crudeza la crisis de la deuda. Si tenemos en cuenta sólo a los bancos españoles, el panorama resulta todavía más desolador: durante esos casi cuatro años, el volumen total de préstamos a las empresas disminuyó más de un 33%. De 895.918 millones de euros en 2010 se pasó a sólo 667.366 millones en octubre de 2013, sin que se notaran los efectos supuestamente benéficos del cuantioso rescate bancario.

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El poco crédito concedido ha sido y es bastante caro, como pone de manifiesto el último informe elaborado al respecto por el Banco Central Europeo con datos de noviembre. Las pequeñas y medianas empresas españolas que logran acceder a financiación pagan un tipo de interés medio del 5,19%, superior en 1,47 puntos porcentuales al que se exige, por ejemplo, en Alemania.

A pesar de que ha bajado sensiblemente de un tiempo a esta parte hasta volver a niveles de julio de 2010, el coste de financiación en España sigue estando por encima de la media de la zona euro (4,2%). Sobre la escasez y carestía del crédito en nuestro país se manifestó ayer, precisamente, el vicepresidente de la Comisión Europea, Olli Rehn, que expresó su esperanza de que la situación mejore "a medio plazo".

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La falta de recursos para mantener su actividad y emprender nuevos proyectos ha hecho que miles de empresas opten por meter la tijera a sus costes laborales, aprovechando las facilidades ofrecidas, sobre todo, por la controvertida reforma de febrero de 2012. Un hecho habla por sí solo: entre los nueve primeros meses de 2010 y el mismo periodo de 2013, la masa salarial global cayó casi un 10%. Parte de esa disminución es atribuible, sin duda, a la destrucción de empleo; pero otra parte nada desdeñable corresponde a la brusca reducción de sueldos que tantas empresas, en particular medianas y pequeñas, han acometido. Debido a ello, según el Consejo Empresarial de la Competitividad, los costes laborales unitarios están actualmente en España un 20% por debajo de la media de la Unión Europea.

Ese organismo, en el que están representadas las principales empresas del país, prevé que la situación se acentúe a corto plazo. Cuando concluya el bienio 2013-2014, nuestros costes laborales habrá sufrido un retroceso adicional del 1,5%, frente a la subida media del 2,9% esperada en Alemania, Francia e Italia.

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Una de las consecuencias del empobrecimiento de los trabajadores es su pérdida de peso en el conjunto de la renta nacional: los salarios equivalen hoy en España a un 45,2% del PIB, frente al 50,4% que representaban a finales de 2012 en la zona euro. Por el contrario, las rentas empresariales y del capital alcanzan aquí el 44,8%, mientras que en el conjunto de los 15 principales países de la Unión Europea apenas sobrepasan el 38%.

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