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"El ego ya lo tengo aparcado"

Matías Prats. Periodista. Ha recibido el TP al mejor presentador de Informativos

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El periodista Matías Prats ya no sabe qué hacer con tantos premios TP. En total, ha recibido siete, el último, el pasado martes como mejor presentador de informativos. A pesar de agradecer el reconocimiento del público, que "siempre es un estímulo y un acicate", considera que hay que darse cuenta de lo que "realmente es importante" y pone como ejemplo la iniciativa del Grupo Antena 3 Ponle Freno, la acción social dirigida a mejorar la seguridad vial en España, que ayer celebró la entrega de sus segundos galardones.

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No se puede quejar de cómo le apoyan sus seguidores.

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A través del informativo persigo fidelizar a mi audiencia y lo que he comprobado es que he fidelizado a los premios. Supongo que esto ya toca a su fin, pero mientras tanto me seguiré solazando y alegrando con su llegada.

¿Aún los celebra?

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No. Me llama la atención lo duro que es esto ya, porque el primer premio se celebró por todo lo alto, pero el martes me fui a casa y tenía un platillo frío esperándome y ayer recibí un par de llamadas de dos despistados, pero nada más [risas]. Pero soy consciente de que eso es así, no me sedujo ni me cambió el hecho de ser premiado al principio y, una vez superada esa tentación, lo asumo con tranquilidad. El ego ya lo tengo aparcado, desapareció de mí hace mucho tiempo, ahora lo que deseo fundamentalmente es ser feliz y que también lo sean los que me rodean.

Lo que sí está asegurado con su hijo es la continuidad de la saga Prats.

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Sí, pero él lo tiene muy duro. La tercera generación va a necesitar mucho trabajo y sacrificio para asomar la cabeza ahora en un mundo tan duro como el periodismo y más si es audiovisual. Yo lo tuve muy fácil. No había prácticamente competencia y la gente no estaba excesivamente preparada. Tenía un bagaje pobre, entré como estudiante en prácticas y me permitieron aprender trabajando. Además, tuve la fortuna, entre comillas, de trabajar en monopolio, tenías que verme sí o sí. Después llegaron las otras cadenas y nos hicieron un inmenso favor, porque te podías medir con los demás y saber qué hacías mal y hasta dónde podías llegar.

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