La directora de UNFPA reivindica el papel de las mujeres en la reconciliación
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La directora del Fondo de Naciones Unidas para la Población (UNFPA), la saudí Thoraya Ahmed Obaid, reivindicó hoy el papel de las mujeres en la reconstrucción y la reconciliación de los países que han sufrido guerras o desastres naturales.
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"Las mujeres y las niñas sufren las peores consecuencias de las guerras y los desastres, porque son especialmente vulnerables. La paz no llegará si las mujeres no juegan un papel en el proceso de reconciliación", manifestó Obaid ante la prensa en Londres.
Obaid se trasladó a la capital británica para presentar el informe Estado de la Población Mundial 2010, realizado por UNFPA, que analiza la situación través de entrevistas a víctimas de conflictos y desastres en Bosnia y Herzegovina, Haití, Jordania, Liberia, Palestina, Timor Oriental y Uganda.
Con el subtítulo "Desde conflictos y crisis hacia la renovación: generaciones de cambio", el informe se centra en el impacto de las guerras y los desastres sobre las mujeres, en el décimo aniversario de la resolución 1325 de la ONU, la primera que abordó este tema como una preocupación compartida de la comunidad mundial.
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Según Obaid, el informe se centra en las llamadas "tres erres" necesarias para el cambio: la resistencia de las comunidades, la renovación de las sociedades y la redefinición de roles entre sexos.
"Hemos constatado en este tiempo que no sólo hay que reconstruir tras un conflicto o un desastre, sino renovar, lo que implica una mayor implicación de los más vulnerables -los jóvenes, los ancianos y las mujeres- en los procesos de paz", dijo la directora de UNFPA.
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Actualmente, según las cifras de la ONU, sólo un 8% de las personas que participan en procesos de reconciliación son mujeres.
Obaid, que dejará el cargo en diciembre tras 10 años de gestión, subrayó que desde la aprobación de la resolución 1325 ha habido avances "para terminar con la impunidad de quienes utilizan la violencia sexual contra las mujeres y someterlos a la Justicia".
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No obstante, recordó que para que estos cambios en la actitud de las sociedades y en los sistemas políticos y judiciales sigan adelante es necesaria la implicación de la comunidad internacional.
"Es necesario adelantarse a los conflictos y la inversión en desarrollo por parte de los países ricos es una de las vías principales", argumentó la responsable de Naciones Unidas.
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Pese a los avances de la última década y a que se comparte la necesidad de "una tolerancia cero hacia la violencia sexual", Obaid consideró que "el principal problema y desafío que aún afrontamos es el de cómo detenemos las violaciones de mujeres y niñas".
Jemilah Mahmood, responsable del Departamento de Respuesta Humanitaria de UNFPA, incidió en la necesidad de una mayor participación femenina para consolidar la paz: "es cierto el dicho de que es necesario un pueblo para criar a un niño, pero también lo es el de que son necesarias las mujeres para sostener ese pueblo".
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Mahmood citó otros desafíos en esta lucha contra la vulnerabilidad sexual de las mujeres y las niñas en los conflictos o en las situaciones de inestabilidad, especialmente en lo que se refiere a obtener mejor información de lo que está pasando.
"Sabemos que las violaciones ocurren, pero no cuáles son las cifras. Tener esta información, nos permitiría tener mejores programas para asistir a las supervivientes", destacó.
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La responsable de UNFPA aludió a otro tipo de violencia, la que sufren millones de mujeres en todo el mundo que gestan y paren a sus hijos sin la asistencia reproductiva y médica básica.
"Uno de cada cinco partos ocurren en condiciones de insalubridad terribles", explicó a Efe Mahmood, quien recordó el precio de garantizar un parto con las mínimas garantías: los 2,5 dólares (1,8 euros) que cuesta el equipo higiénico básico para el parto que Naciones Unidas ha entregado ya a millones de mujeres.
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El equipo incluye objetos básicos como una pastilla de jabón, una manta limpia, unos guantes o una cuchilla esterilizada para cortar el cordón umbilical, "elementos que pueden suponer la diferencia entre la vida y la muerte", explicó Mahmood.
"Todavía recuerdo el caso de las mujeres embarazadas de Haití que tras el terremoto se aferraban a este paquete, conscientes de que les podía ir la vida en ello", dijo.