Los diputados católicos no temen la excomunión
Parlamentarios de CiU y el PNV critican las amenazas de Martínez Camino sobre la Ley del Aborto
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Si trataron de remover conciencias, las amenazas han resultado ser contraproducentes. La promesa de excomunión dictada por el obispo Juan Antonio Martínez Camino contra los diputados que voten a favor de la nueva ley del aborto ha caído, peor que en saco roto, en la papelera del Congreso. Salvo excepciones de quienes unen dedicación pública y devoción privada en la bancada del PP es el caso de Jorge Fernández Díaz, ni siquiera los conservadores han aplaudido las advertencias del portavoz de los obispos. Incluso dos formaciones con larga tradición cristiana, CiU y PNV, criticaron sus palabras.
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Martínez Camino avisó a los parlamentarios que, si no combaten la despenalización del aborto, estarán "en pecado mortal público" y no podrán ser admitidos en la "sagrada comunión". Términos como "herejía" o "excomunión" adornaron sus advertencias.
La dirección del PP prefirió guardar silencio sobre la amenaza del obispo
El PNV es un partido históricamente arraigado al catolicismo fue confesional hasta 1977. A pesar de sentirse herederos de esa tradición, sus diputados censuran la admonición de Martínez Camino. Joseba Agirretxea se reconoce "cristiano, sin ningún problema", pero no se siente aludido por las advertencias del portavoz de la Conferencia Episcopal: "Me he sentido ofendido, y represento a muchos católicos que tampoco se sienten identificados".
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El diputado Agirretxea cree que el tono de Martínez Camino "supone una vuelta a tiempos oscuros de amenaza" y recuerda que no es la primera vez que el PNV se planta ante la jerarquía católica: "En el 36, el PNV era aún un partido confesional y decidió estar con la República desoyendo los cantos de sirena de los obispos".
"Me he sentido ofendido" asegura Joseba Agirretxea, diputado del PNV
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Esta opinión es unánime en su partido. Antes la manifestó Emilio Olabarria. Y ayer, el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, quien aseguró que no se siente "un pecador público" y se preguntó si la Iglesia católica española "vive en la realidad del siglo XXI".
Urkullu admitió también ser creyente, como lo es el portavoz de CiU en el Congreso, Josep Antoni Duran Lleida, líder de Unió Democràtica, formación situada en la esfera democristiana. Duran considera que las advertencias del obispo no tendrán efecto y predica con el ejemplo: "Mi voto no va en función de lo que diga la Conferencia Episcopal, sino de mis creencias". El dirigente catalán cree que Martínez Camino "podría haber encontrado palabras mejores".
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Incomodidad que también manifestaron los parlamentarios de CiU Pere Macìas y María Concepció Tarruella. También desde el Grupo Catalán, Carles Campuzano se confesó "no creyente", lo que le permitió no sentirse "interpelado" por Martínez Camino, cuyo discurso, a su juicio "hace a la Iglesia más pequeña".
Duran Lleida cree que el obispo podría haber usado palabras mejores
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Mientras tanto, el PP, atento a no disgustar a los dos públicos que cultiva, el genéticamente clerical y el que no se siente atado a los postulados eclesiales, prefirió refugiarse en un discreto silencio al tiempo que arreciaban las críticas del resto de los partidos, incluidos los de pedigrí católico.
El portavoz adjunto del PP en el Congreso, Alfonso Alonso, desligado del sector confesional de su partido, calificó de "duras" las palabras de Martínez Camino y le trasladó que "hay otras maneras de expresar las cosas". Aun así, Alonso proclamó que la Iglesia "tiene el derecho de recordar a sus feligreses cuáles son las normas de esta institución".
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De la Rocha, del PSOE y católico, ve "simplista" el mensaje de Camino
La dirección del PSOE midió también con contención las amenazas de Camino. Un sector del partido admite con orgullo su condición creyente, pero tampoco en este colectivo encontraron acomodo los avisos de Camino. "Responden a un modelo de cristianismo de condena e intolerancia, lejano al espíritu de amor, de tolerancia y de respeto que tiene el mensaje de Jesús de Nazaret", explicó Manuel de la Rocha, diputado madrileño situado en la órbita del socialismo cristiano. A su juicio, una "inmensa mayoría de los cristianos no comparte" esas palabras, que reflejan una percepción "simplista" de la realidad.
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Varios parlamentarios socialistas navegan en torno a Cristianos Socialistas, colectivo que trató de ser conciliador al subrayar que las amonestaciones de Martínez Camino no fueron dictadas en nombre de la Conferencia Episcopal. Uno de sus coordinadores denunció que "suenan a Inquisición y a intrusismo en el lugar de expresión de la soberanía", que es el Parlamento. Allí, un diputado socialista, Carmelo López, ajeno a este grupo, se mostró "encantado" de arder en la "hoguera" prometida por Martínez Camino.