Se desvanece la esperanza de hallar supervivientes
Florece un mercado negro de agua y gasolina en Padang
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"¡Allahu Akbar!, "¡Allahu Akbar!". Los altavoces de las mezquitas de Padang escupen la voz hipnotizante del almuédano, que convoca a los fieles a la última oración del día. En el hospital Mohammed Djamil, el aullido de las ambulancias cede paulatinamente su espacio a los generadores de electricidad, signo de que cada vez son menos los que salen con vida de entre los escombros de esta ciudad indonesia.
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Aunque las esperanzas de encontrar supervivientes se desvanecen, los equipos de rescate cuentan desde ayer con el apoyo de medio centenar de especialistas de Europa del Este. "Traemos con nosotros una veintena de perros capaces de detectar vida bajos los escombros. Son un elemento fundamental", resumía a Público Marc Roeser, que lidera la delegación europea que aterrizó ayer en Padang. Adiestrados durante tres años, estos animales reciben un entrenamiento de élite que les permite viajar durante más de 24 horas e iniciar las tareas de búsqueda.
Llega a Indonesia un equipo europeo de rescate con perros adiestrados
Frika, una funcionaria local de 24 años, ha sido una de las últimas protagonistas, tras ser recuperada con vida después de estar 72 horas soterrada. "Fue ingresada ayer, tras ser rescatada del edificio donde recibía formación cuando se produjo el seísmo. Podía hablar y abría los ojos, pero hoy ha empeorado y ya no responde", lamenta uno de sus primos, mientras abanica el rostro de la joven con un cartón.
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Bajo la camilla sobre la que yace Frika, instalada en una precaria tienda de campaña en el recinto hospitalario, un gato raquítico juega con un pequeño sapo. Las condiciones sanitarias son muy deficientes por la falta de medios y la desorganización, lo que aumenta las posibilidades de infección entre los pacientes con heridas profundas.
En varios pueblos de Sumatra no ha quedado ni una sola casa en pie
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También las epidemias suponen un problema, en una ciudad donde se estima que miles de cuerpos siguen atrapados en las entrañas de los edificios. "Existe un gran riesgo de epidemia de tétanos. La gente busca entre los escombros con las manos desnudas, con miles de hierros oxidados entre los cascotes", explica Frédérique Robin, director en Indonesia de la ONG francesa Médicos del Mundo (MDM).
Robin recuerda que hay ya muchos equipos de rescate y organizaciones trabajando en Padang, "pero apenas disponemos de información sobre los pueblos de los alrededores. Algunos han quedado completamente arrasados". El director de MDM asegura que la prioridad es "suministrar tiendas de campaña y mantas a los supervivientes".
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La ciudad recobraba anoche el suministro eléctrico durante algunas horas, para alegría de su casi mllón de habitantes, que llevaban tres noches consecutivas completamente a oscuras.
En cuanto la red se cae y resurge la oscuridad, reaparecen las escenas apocalípticas, con gente haciendo hogueras en medio de la calle y cientos de ciudadanos apiñados a los generadores de luz.
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La escasez de bienes básico ha provocado la aparición de un floreciente mercado negro, con precios que no dejan de aumentar. "Una botella de agua costaba ayer 5.000 rupias (unos 30 céntimos de euro), mientras que hoy ronda las 7.000 rupias, el triple de su precio habitual ", explicaba Henry, un profesor de inglés que ha dejado de trabajar porque "su escuela primaria ha quedado medio derrumbada".
En las arterias de esta caótica ciudad se multiplican los puestos de tarjetas para recargar los teléfonos móviles, tan preciados para dar conocer el estado de familiares y amigos. Lo más buscado es, sin embargo la gasolina, que en el mercado negro se vende al triple de su coste habitual. "Prefiero pagar más, porque en las gasolineras hay colas de hasta tres horas. Y no te permiten llenar el depósito", se queja Bani.