Demócratas y republicanos, lejos de un compromiso
En esta ocasión, dicen los republicanos, las conversaciones son "serias"
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Caos y confusión en Washington. El Capitolio ardía ayer en rumores, reproches, ataques, maniobras, declaraciones, conspiraciones, golpes bajos y demás ardides políticos mientras demócratas y republicanos seguían echándose la culpa del fracaso de las negociaciones para resolver el inminente problema de la deuda.
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Entre bambalinas, los dos partidos parecían haber empezado a hablar. “Tenemos ahora unas conversaciones serias”, dijo el líder republicano en el Senado Mitch McConnell, a la vez que anunciaba que el presidente Barack Obama había reanudado el liderazgo de las conversaciones, después de haber abandonado la mesa hace una semana. Horas antes, en su intervención radiofónica semanal, Obama había vuelto a pedir un “compromiso bipartito” para salir de la crisis. Una suspensión de pagos sería “inexcusable”, dijo el presidente.
Los republicanos pidieron al presidente que volviera a participar directamente en las negociaciones para acelerar un posible compromiso y, además, traspasarle así parte de la responsabilidad política de lo que finalmente se acuerde. Por lo pronto, Obama se reunió ayer con la cúpula demócrata para darles instrucciones.
En cualquier caso, el conservador McConnell se mostró en esta ocasión “optimista” sobre la posibilidad de “llegar a un acuerdo en un futuro muy próximo”. Una suspensión de pagos “no va ocurrir”, añadió el responsable conservador.
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Pero antes de un posible acuerdo, los partidos siguieron echando un pulso político casi suicida. Los demócratas, liderados por el senador Harry Reid, pensaban presentar su propuesta hoy a mediodía en el Senado. Pero se les podría complicar la cosa porque no tienen votos suficientes, no ya para votar el plan sino para presentarlo al pleno (para lo que se necesitan 60 votos). Ayer, los 43 de los 47 republicanos de la Cámara Alta anunciaron que se pronunciarían en bloque contra cualquier propuesta que no fuera la suya.
El viernes, los dos partidos protagonizaron otro episodio de enfrentamiento cerril cuando los republicanos, después de mucho forcejeo con los miembros del Tea Party, consiguieron aprobar su plan en la Cámara de Representantes, donde son mayoría, para verlo rechazado, horas después, por un Senado de mayoría demócrata.
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Ahora los demócratas esperan que su iniciativa sea la base de un posible compromiso. Han enmendado su propuesta para acercarse a los conservadores. Piden que Obama pueda elevar el nivel de la deuda en tres veces hasta finales de 2012, hasta después de las elecciones presidenciales, y proponen unos recortes por valor de 2,2 billones de dólares para la próxima década, una cifra que los republicanos consideran insuficiente (en su plan recortan primero un billón y luego, en el año siguiente, dos billones con una cláusula añadida que obliga al Gobierno a presentar un presupuesto equilibrado).
El ataque más brutal contra los republicanos vino ayer de uno de los suyos, del director de presupuestos de Ronald Reagan, David Stockman, que en declaraciones a la radio pública NPR, criticó a los conservadores en el Congreso por “ridiculizar los ideales del partido”.
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Stockman criticó la obsesión de los republicanos por reducir aún más los impuestos que sólo representan en la actualidad, el 14% del PIB, el nivel más bajo desde 1948. Recordó cómo Reagan no tuvo más remedio que subir los impuestos aunque no le gustaba la idea y criticó a los miembros del Congreso por su “rigidez ideológica”. Stockman fue incluso más allá al asegurar que “Estados Unidos ya no se merecía su nota de triple A” que le han dado hasta ahora (y que avala la máxima solvencia), y han amenazado con quitarle las agencias de calificación.