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Crece la desesperación en Haití por retraso en entrega de ayuda

Reuters

Grupos de haitianos desesperados levantaron barricadas con cadáveres el jueves en Puerto Príncipe, para exigir que se aceleren los esfuerzos de ayuda tras el devastador terremoto que dejó decenas de miles de muertos y un gran número de personas sin hogar.

Los residentes enfadados realizaron la protesta en momentos en que la ayuda internacional comienza a llegar a la capital del país caribeño para ayudar a una nación traumatizada por el catastrófico terremoto del martes que devastó viviendas y edificios gubernamentales.

Más de 48 horas después del desastre, decenas de miles de personas clamaban por alimentos y agua, y ayudaban a desenterrar a los familiares que aún están desaparecidos bajo los escombros.

Shaul Schwarz, un fotógrafo que trabaja para la revista TIME, dijo que vio al menos dos barricadas formadas con cadáveres de víctimas del terremoto y piedras.

"Están empezando a bloquear los caminos con cuerpos, se está poniendo feo, la gente está cansada de no recibir ayuda", dijo Schwarz a Reuters.

La Cruz Roja de Haití dijo que creía que entre 45.000 y 50.000 personas podrían haber resultado muertas, mientras que unos tres millones de haitianos resultaron heridos o perdieron sus hogares por el seísmo de magnitud 7,0 que sacudió el martes la capital del país.

El terremoto derrumbó edificaciones en las colinas y varias personas seguían atrapadas vivas bajo los escombros después de dos días, con escasas señales de un esfuerzo de rescate organizado. Cerca de 1.500 cadáveres se apilaban fuera del hospital principal y los cuerpos atestaban varias calles.

"Ya hemos enterrado 7.000 personas en una fosa común", sostuvo el presidente Rene Preval a periodistas en el aeropuerto de la capital junto a su homólogo de República Dominicana Leonel Fernández, el primer jefe de Estado extranjero que visita Haití tras el seísmo.

Aviones con ayuda comenzaron a aterrizar en Puerto Príncipe más rápido de lo que los equipos en tierra podían descargarlos y las autoridades de aviación restringieron los vuelos desde el espacio aéreo estadounidense ante el temor de que los aviones se quedaran sin combustible mientras esperaban para aterrizar.

El flujo de ayuda aún debe llegar a los haitianos, que deambulaban por las calles de la capital buscando agua, alimentos y ayuda médica con desesperación.

Trabajadores de ayuda humanitaria advirtieron que la cifra de muertos subirá rápidamente si decenas de miles de haitianos heridos, muchos con huesos rotos y grave pérdida de sangre, no reciben primeros auxilios en las próximas 24 horas.

"Las próximas 24 horas serán críticas", dijo el oficial de 54 años de de la Guardia Costera de Estados Unidos Paul Cormier, un trabajador de emergencia cualificado que gestiona un orfanato en Haití y ha ayudado a 300 personas desde el desastre del martes.

OBAMA: "EL MUNDO ESTA CON USTEDES"

Algunos saqueadores irrumpieron en un supermercado del área de Delmas en la capital y se llevaron electrodomésticos y bolsas con arroz. Otros sacaban gasolina de un camión cisterna que había chocado.

"Los policías están ocupados rescatando o sepultando a sus propios familiares", dijo el propietario de una fábrica de azulejos, Manuel Deheusch.

"No tienen tiempo para patrullar las calles", añadió.

Los médicos en Haití, el país más pobre del Hemisferio Occidental, están mal equipados para ofrecer tratamiento a los heridos.

Estados Unidos está enviando 3.500 soldados para ayudar a las víctimas y reforzar la seguridad en la devastada ciudad. Además, unos 300 médicos y paramédicos estadounidenses han sido despachados a Haití, a donde el Pentágono envió además tres buques anfibios y un contingente de marines.

"Al pueblo de Haití le decimos claramente y con convicción: no nos olvidaremos de ustedes. En esta, su hora de mayor necesidad, Estados Unidos está con ustedes. El mundo está con ustedes", dijo el presidente Barack Obama.

El primer ministro británico, Gordon Brown, dijo que Haití sufrió una tragedia que va más allá de la imaginación y "debe convertirse en el centro de la atención mundial, la compasión y la ayuda humanitaria de todo el mundo".

Estados Unidos dijo que asumiría un compromiso de largo plazo con la recuperación. El palacio presidencial, el Parlamento y varios recintos gubernamentales se derrumbaron, y no se sabía cuantos diputados y funcionarios sobrevivieron.

La principal cárcel también se vino abajo, permitiéndole a peligrosos criminales escapar.

Se levantaron tiendas improvisadas en todas partes y los haitianos en un campamento informal se acercaron a un periodista gritando "agua, agua" en varios idiomas.

"Por favor hagan todo lo que puedan, esta gente no tiene agua, no tiene alimentos, no tiene medicinas, nadie nos está ayudando", dijo Valery Louis, quien organizó uno de los campamentos.

Sollozos y llantos estallaban cada vez que alguien moría, pero las réplicas interrumpían los lamentos, haciendo que la gente se alejara corriendo con pánico de los muros.

El epicentro del terremoto estuvo a sólo 16 kilómetros de Puerto Príncipe, una ciudad grande y densamente poblada de 4 millones de habitantes, en una nación golpeada por la pobreza, catastróficos desastres naturales e inestabilidad política.

CADAVERES APILADOS

Había cadáveres por todas partes en la capital y la gente se tapaba la nariz por el hedor.

Frente al Hospital General de Puerto Príncipe, se descargaban cuerpos traídos en camionetas. El director del hospital, Guy LaRoche, calculó que había unos 1.500 muertos apilados frente a la morgue.

La Cruz Roja de Haití se quedó sin bolsas para cadáveres y el Comité Internacional de la Cruz Roja informó de que unas 3.000 bolsas estaban en camino.

Brasil, cuyas tropas lideran el contingente de paz de la ONU, propuso un plan de emergencia que incluye la construcción de un nuevo cementerio.

Los habitantes de la capital trataban de rescatar a las personas sepultadas aún vivas, retirando trozos de escombros con sus manos desnudas. Hombres con martillos golpeaban los restos de edificios derrumbados buscando sobrevivientes.

La ONU dijo que al menos 36 integrantes de su fuerza de paz de 9.000 hombres murieron y muchos más seguían desaparecidos. Brasil informó de 14 soldados muertos entre las víctimas.

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