Las consecuencias del aislamiento del Sáhara
La escasez de medicinas y alimentos hace mella en los campamentos desde que, el pasado verano, Exteriores tratara de impedir que los españoles visitaran a la población refugiada, un factor que acrecienta las carencias provocadas por la crisi
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Más de 150.000 personas viven en los campamentos de refugiados saharauis al sur de Argelia desde hace 37 años y, desde el pasado verano, el aislamiento internacional se cierne con más fuerza sobre ellas.
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Desde que el Ministerio de Exteriores alertara del riesgo de secuestro en la zona y repatriara a doce cooperantes españoles hace tres meses, la duda sobre la seguridad en los campamentos disuade a las visitas extranjeras, confinando aún más al olvido a esta población refugiada que ya sufre desde hace tiempo el azote de la crisis económica. Las carencias de alimentos y medicinas complican el trabajo de las organizaciones humanitarias sobre el terreno, dejando graves consecuencias.
"Con la alerta de seguridad vigente tenemos más dificultades para pasar los materiales", señala Celia Zafra, de Médicos del Mundo. Esta organización, que trabaja la atención sanitaria en los campamentos desde 1995, decidió mantener a su personal en el terreno tras la alerta de Exteriores y continuar con los proyectos bajo los protocolos de seguridad habituales. Lo mismo que acordaron otros cooperantes extranjeros cuyos gobiernos no vieron la necesidad de repatriar.
Aun así, la medida del departamento que dirige José Manuel García-Margallo sigue obstaculizando la llegada de ayudas y entorpeciendo el trabajo de las ONG que, desde hace meses, desarrollan su labor con menos recursos económicos. "Hay menos dinero y menos presencia de ONG en la zona. Además, la alerta de seguridad interrumpió algunos proyectos", indica Zafra.
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Quienes padecen con mayor crudeza el descenso en las ayudas son las personas con alguna enfermedad. Su cotidianidad en las duras condiciones de la desértica hamada argelina se torna cada vez más complicada. El caso de Ahmed Moulay –el joven fallecido el pasado martes como consecuencia de un cáncer en la nariz– ilustra la gravedad del aislamiento al Sáhara de los refugiados. En la wilaya de Dajla, donde vivía, se han agotado las existencias de morfina, por lo que no pudo paliar los dolores que le provocó la enfermedad en sus últimos días.
La vida de los enfermos en la hamada argelina se torna cada vez más complicada
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Asimismo, Médicos del Mundo denuncia la situación de desnutrición aguda global en los menores de cinco años, que alcanza el 18%, y la anemia en mujeres embarazadas, que se sitúa en un 66%. "La ayuda de las comunidades autónomas a la cooperación se ha recortado en un 48%, y eso afecta a la salud, a la educación, a las infraestructuras, etc.", apunta Bucharaya Beyún, delegado del Frente Polisario en España. "2012 está siendo un año muy difícil en los campamentos tanto por los recortes como por la mala imagen que ha dado Exteriores", añade.
La joven Memona Mohamed, afectada con la polio desde los 2 años, recibe ayuda de Cruz Roja Internacional en el campamento de Smara, donde vive con su madre y sus cinco hermanos. Además de la enfermedad degenerativa, padece asma y, en ocasiones, le resulta muy complicado encontrar Ventolín. "Hago lo imposible para reunir algo de dinero e ir a comprarlo a la farmacia de Tinduf", lamenta en conversación con Público desde Rabuni, el centro administrativo de los campamentos de refugiados. "Hacen falta más medicinas", reconoce.
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"La ayuda de las comunidades a la cooperación se ha recortado en un 48%", dice Beyún
Memona colabora en un grupo de trabajo denominado con el eslogan No a la violencia en el Sáhara Occidental. En su rutina lidia cada día con los dolores óseos que le produce la polio y que convierten su vida en un reto diario. "Si no me operan, en un año podría acabar en silla de ruedas, y eso aquí en los campamentos es una muerte en vida", denuncia la joven que, el año pasado, saltó a la fama por su papel protagonista en la película Wilaya (Pedro Pérez Rosado, 2011).
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Pero Memona mantiene la esperanza ya que, a finales de abril, un donante se comprometió a sufragar los gastos de la intervención quirúrgica en un hospital de Barcelona. Si finalmente recibe la llamada del médico y la operación se lleva a cabo, podrá llegar a caminar recta y sin la ayuda de las muletas.
Los problemas económicos por los que atraviesan miles de familias españolas tienen su reflejo en la vertiente solidaria de las mismas. Este factor ya se comprobó el pasado verano con el descenso en el número de menores saharauis que llegaron con el programa Vacaciones en Paz, la iniciativa que, desde hace 30 años, acoge a niños refugiados en hogares españoles. Un total de cinco mil menores pasaron los meses de estío en España, casi la mitad que en 2011. En el caso de los viajes solidarios, la alerta sobre la seguridad en los campamentos es uno de los factores de peso que disuade a las familias. "Este año tenemos cuatro vuelos chárter para estas fechas, cuando antes fletábamos 12 o 13", aclara Beyún. "Y este descenso influye mucho en la ayuda que llega con las familias", añade.
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"Este año tenemos cuatro chárter; antes, 12 o 13", apunta el delegado del Polisario
Aun con todo, los cooperantes continúan viajando al Sáhara de los refugiados y desde el Frente Polisario tratan de normalizar la situación. "La seguridad no se puede garantizar de manera íntegra ni siquiera en Madrid, pero en los campamentos tenemos medidas suficientes y, además, el Gobierno español está trabajando con nosotros en nuevos protocolos", avanza Beyún, que recuerda cómo después del secuestro de los tres cooperantes hace un año "han acudido miles de españoles, se ha celebrado el FiSáhara y la maratón y no se ha dado ningún problema".
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Sobre la posible intervención militar europea en Mali, Beyún aclara que, aunque las consecuencias se pueden notar en todo el norte de África, los campamentos "no tienen frontera y están a miles de kilómetros", por lo que no ocasionaría secuelas directas.
Memona Mohamed, por su parte, tiene claro que la medida de Exteriores solo sirvió para dejar aún más en el olvido a su pueblo, y lanza un mensaje tajante a la clase política española: "Las promesas del Gobierno de España se han convertido en traición para los saharauis".
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Vista general del 'campamento 27 de febrero'.- J. BEGIRISTAIN
La comunidad saharaui recuerda en noviembre dos fechas trágicas en su historia. El jueves, una concentración frente a la embajada marroquí en Madrid volvió a denunciar los abusos que el reino de Mohamed VI cometió, hace dos años, contra los saharauis que protestaron pacíficamente en el campamento Gdeim Izik, el campamento Dignidad, a las afueras de El Aaiún. El asentamiento que se había formado un mes antes para reclamar justicia, trabajo e independencia fue desmantelado con brutalidad por las fuerzas de seguridad marroquíes, dejando trece muertos y cientos de heridos.
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Hoy sábado, una manifestación recorrerá el centro de Madrid –a las 12 desde Atocha hasta la sede del Ministerio de Exteriores– recordando la fecha que marcó el destino del Sáhara: el 14 de noviembre de 1975. Ese día, Franco cedió la soberanía sobre el territorio a Marruecos y Mauritania. Los llamados Acuerdos Tripartitos –que se firmaron en Madrid y, a día de hoy, no los reconoce ni aprueba la comunidad internacional– constituyeron el giro inesperado que torció el camino hacia la independencia del Sáhara.